Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El abrazo de la fe y la ciencia


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Con diálogo, respeto y sincera búsqueda de la verdad se van reabriendo caminos a la relación creativa entre ciencia y espiritualidad. La cristiana Jane Goodall es un ejemplo global de esto y, en 2021, ha recibido el Premio Templeton –el mayor galardón del mundo– dedicado al progreso científico y espiritual.



Las fotografías de Goodall abrazada a chimpancés son ya iconos cruciales del siglo XX. Es la científica viva más famosa del mundo, uno de los rostros globales del progreso de la mujer y una referencia universal para la ecología.

Esta celebérrima primatóloga, antropóloga y ecologista británica recibe el premio no solo por sus aportaciones a la sociobiología primate, sino por su honda integración de la actividad científica y la experiencia de Dios.

En una entrevista concedida el pasado 20 de mayo a Religion News Service (RNS), Goodall agradece haberse criado en una familia cristiana congregacional “abierta y muy inclusiva”, aunque no muy practicante. Sin embargo, el cristianismo la fascinó y comenzó a participar frecuentemente en la Iglesia.

“La religión entró en mi interior”, reconoce, y continúa: “Amo cómo hoy ciencia y religión están caminando juntas y más mentes están viendo un propósito detrás del universo y la inteligencia”.

Inspirada por Dios

Muy crítica contra la presión ateísta sobre la ciencia, en 1977 vivió una experiencia mística en la catedral de Notre Dame y tomó conciencia de la profunda relación que había establecido con Dios, especialmente cuando estaba inmersa en la naturaleza salvaje.

Goodall se confiesa cristiana y cree que el universo y la vida en la Tierra están inspirados y formados por Dios. Jane Goodall protagonizó en sus fotos uno de los abrazos más importantes del siglo XX, pero no fueron los únicos: toda su vida es un abrazo entre ciencia y fe.

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