David Jasso
Provicario episcopal de Pastoral de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

‘Dilexi te’: un desafío permanente


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(Sexta de seis entregas)

El papa León XIV abre el capítulo quinto de la exhortación apostólica ‘Dilexi te‘ recordando que la relación de la Iglesia con los pobres no es una moda ni una preocupación reciente, sino parte de su identidad más profunda. “El cuidado de los pobres forma parte de la gran Tradición de la Iglesia”. Esta historia, dice el Papa, es un “río de luz y de vida” que nace del reconocimiento de Cristo “en el rostro de los necesitados”. (No. 103).



Por eso, la opción por los pobres no es un elemento secundario, sino la garantía evangélica de una Iglesia fiel al corazón de Dios. Cada renovación auténtica en la historia eclesial ha comenzado por ahí: por volver a mirar al pobre como parte de la propia “carne”.

El Papa es claro: “El cristiano no puede considerar a los pobres sólo como un problema social; estos son una cuestión familiar“. No se trata de oficinas ni de programas, sino de cercanía: dedicar tiempo, escuchar, acompañar, “eligiéndolos para compartir horas, semanas o años de nuestra vida”. (No. 104).

En un mundo que empuja al descarte, el Papa retoma la parábola del buen samaritano para preguntarnos: “¿A cuál de ellos te pareces?”. La indiferencia, advierte, es hoy una tentación estructural: “somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles“. (No. 105).

En una de las intuiciones más fuertes del documento, el Papa afirma que “los pobres son quienes nos evangelizan”. (No. 109). En su silencio revelan nuestra vulnerabilidad y desnudan “el vacío de una vida aparentemente protegida”. San Gregorio Magno lo había dicho ya: el rico del Evangelio no fue condenado por robar, sino por “malamente reservar para sí solo los bienes” y por “no tener entrañas de caridad”.

11/10/2025.- El papa León XIV preside la Vigilia de Oración y el Rosario por la Paz. EFE/EPA/GIUSEPPE LAMI

El capítulo vuelve a lo esencial: “Los pobres para los cristianos no son una categoría sociológica, sino la misma carne de Cristo“. Por eso, la opción preferencial por los pobres, enseñaba san Juan Pablo II, “es determinante y pertenece a la constante tradición” (No. 110). “Una Iglesia pobre para los pobres empieza con ir hacia la carne de Cristo”. Y esa carne es concreta: tiene hambre, sed, está enferma o encarcelada.

El Papa también denuncia los prejuicios que muchas veces aparecen incluso entre los cristianos: algunos dicen que la Iglesia debe limitarse “a rezar y enseñar la verdadera doctrina”, dejando a los pobres “al gobierno” o a la dinámica del mercado. Pero estas posturas, dice con claridad, son “mundanidad espiritual”. (No. 114).

El Papa dedica una sección a la limosna, gesto sencillo y despreciado: “No sólo no se practica, sino que además se desprecia”. (No. 115). Sin idealizarla ni sustituir la justicia, afirma que la limosna “infunde pietas” (No. 116), nos hace detenernos, mirar al pobre a la cara y, sobre todo, tocar la carne sufriente. Los textos bíblicos son elocuentes: “El hombre generoso será bendecido, porque comparte su pan con el pobre“. (Pr 22,9; cf. 117).

San Gregorio Nacianceno resume con fuerza la llamada final: visitar, alimentar, vestir y hospedar a Cristo “por medio de los necesitados y de los que ahora se encuentran arrojados por tierra”. (No. 118).

El Papa concluye de forma profundamente espiritual y universal: “El amor cristiano supera cualquier barrera… por su naturaleza, el amor cristiano es profético, hace milagros, no tiene límites”. (No. 120). Una Iglesia así, libre para amar a todos, sin enemigos, sin miedos, es la Iglesia que el mundo necesita. “Yo te he amado” (Ap 3,9), será siempre la última palabra que el pobre debe escuchar a través de nosotros. (No. 121).

Lo que vi esta semana

Un migrante, al recibir un plato de comida, me dijo: “Padre, hoy sentí que Dios no se olvidó de mí”.

La palabra que me sostiene

Los pobres… no son una categoría sociológica, sino la misma carne de Cristo”. (Dilexi te, 110)

En voz baja

Señor Jesús, haznos Iglesia que acompaña, que toca, que sostiene, Iglesia sin miedos y sin fronteras, Iglesia que ama como Tú: sin límites, sin cálculos, sin reservas.