Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Diario del coronavirus 35: reconversión del modelo residencial


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Es imprescindible un inmediato Plan de Reconversión de los Complejos Residenciales de Mayores y otras personas residencializadas. El gran perdedor de la pandemia en Occidente han sido las personas en residencias, ya sean mayores, personas con discapacidad o personas sin hogar –de las cuales no hay datos del impacto de la pandemia pese a estar en centros públicos y siguen siendo invisibles–.



A los dos primeros colectivos sí se les ha podido poner número en España, el día 35º de cuarentena: por ahora, 11.600 personas. Serán muchos más porque el coronavirus aún no está controlado y la contabilidad de afectados es muy deficiente (en los diferentes países se cree que serán al menos el doble de lo contabilizado hasta ahora).

Todo el oeste de Europa –incluyendo Reino Unido e Italia– ha constatado que la gran mortandad se ha cebado en residencias colectivas, que no se detectaron los focos ni muertes, y que el modelo de colectivización aumenta las probabilidades de contagios y dificulta la erradicación del virus. En el grupo occidental de países europeos, las muertes en residencias suponen entre el 42% y 57% del total –dados los datos disponibles el 13 de abril, que infraestiman la cantidad–. Una de las mayores conclusiones de esta crisis es que hay que cambiar el modelo de residencias de mayores o residencias senior.

Experiencias de Co-housing de mayores

Queremos comenzar por describir las experiencias de cohousing senior que nos muestra que otro modelo de residencia de mayores es posible. Nos da esperanza y nos tiene que comprometer en un cambio que podemos, queremos y debemos hacer. Con este modelo inspirado en la comunidad de vida y sostenido por economía social, no hubiera sido posible la masacre de mayores que hemos sufrido.

Hace unos meses, en noviembre de 2019, se hizo público el Manifiesto Cohousing, que reivindica un nuevo modelo residencial para mayores. Lanzado por la Coordinadora Nacional de Cohousing (CNC) e HISPACOOP, el manifiesto promueven una nueva cultura del envejecimiento caracterizado por la dignidad de las personas, la proactividad y la solidaridad intergeneracional. El cohousing es una comunidad de vida, colaborativa y autogestionada, estructurada en habitaciones individuales y espacios comunes de descanso, actividad y servicios. Es un modelo que responde mejor a la atención integral a la persona y potencia la salud y la plena inclusión participativa en la sociedad, lo cual impacta muy positivamente en el estado de salud y la satisfacción de mayores y sus familias.

El manifiesto (https://trabensol.org/wp-content/uploads/2019/11/Manifiesto-Cohousing_12.11.2019.pdf) reclama que los complejos de cohousing senior sea reconocido como modelo residencial por parte del Estado, se promulgue una regulación legislativa al respecto y se promueva la expansión de este modelo. La CNC reúne a una red de complejos de cohousing e HISPACOOP es la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios, formada por 175 cooperativas y más de 5,3 millones de ciudadanos.

El cohousing es un modelo de comunidad de vida en régimen de economía social, con habitaciones o apartamentos personales, y espacios y servicios comunes, organizado desde los principios de atención integral a cada persona y la integración participativa en la sociedad.

El modelo de cohousing tiene un exquisito respeto por la libertad, independencia, privacidad e intimidad de sus habitantes, y a la vez ofrece una vida comunitaria con espacios y un amplio abanico de actividades compartidas de todo tipo, tanto en el mismo complejo como en el exterior. El modelo ofrece servicios comunes básicos de lavandería, limpieza, comida, fisioterapia, etc. Se comparten los cuidadores y la asistencia sanitaria para aquellas personas dependientes, lo cual economiza todo. Asimismo, como no existe lucro, todo tiene el coste mínimo y los beneficios se reinvierten en la comunidad. El cohousing no está aislado, sino que se integra plenamente en la comunidad y ecosistema en el que está ubicado, desde los principios de inclusión social, vida activa y ciudadanía participativa.

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Un buen ejemplo de cohousing es la comunidad Trabensol, ubicada en el pueblo madrileño de Torremocha del Jarama (a 30 minutos de Madrid). Trabensol es un complejo residencial en régimen de co-housing o vivienda cooperativa. Los cimientos del proyecto son valores que unen a todos los que residen (solidaridad, cooperación, reciprocidad, hospitalidad) y están centrados en el cuidado integral de cada persona. Es clave pasar de un modelo centrado en el edificio y los servicios, a un modelo que se estructura poniendo en el centro a la persona, con su proyecto vital, mundo relacional y cuidado.

Trabensol es una cooperativa sin ánimo de lucro, una iniciativa de economía social. La cooperativa es la propietaria del complejo y cada cooperativista tiene cedida su vivienda vitaliciamente, pero no es propietario de ella. Al fallecer una persona, su parte de la cooperativa puede ser adquirida por otra persona, quien revierte ese dinero a los herederos que haya indicado el finado. El máximo órgano de decisión es la asamblea de cooperativistas, donde se elige democráticamente a un consejo rector que gobierna y hay distintas comisiones de trabajo. Eso convierte el complejo residencial en un modelo participativo y activo.

La website del centro (trabensol.org) informa sobre la agenda de eventos, que incluye actividades culturales (conferencias, tertulias, audiciones musicales, club de lectura, teatro leído, visitas a museos, cine, clases de inglés, taller de pintura o una coral), físico-deportivas (marcha nórdica, bádminton, excursiones), terapéuticas (taller de memoria, yoga, meditación, jardinería, fisioterapia…), sociales (cenas compartidas los sábados, juegos de mesa, celebraciones, balnearios, viajes organizados…) o solidarias (proyecto de cooperación internacional, atención a refugiados o una red de solidaridad popular).

Trabensol no está aislada, sino que para mejorar su modelo y desarrollar una cultura alternativa de la ancianidad, forma parte de una red de iniciativas con modelos similares y pertenece a la Coordinadora Nacional de Co-housing e HispaCoop. Hay un magnífico reportaje sobre esta comunidad Trabensol realizado por Radio Gaga, titulado ‘Envejecer entre amigos’ y se puede ver en: https://trabensol.org/envejecer-entre-amigos-reportaje-de-radio-gaga-tv/

El Residencial Santa Clara (residencialsantaclara.es) es una comunidad de vida de la cooperativa Los Milagros, de Málaga. Está ubicada a 2 kilómetros del núcleo urbano, en una ladera de los Montes de Málaga. Son 76 apartamentos de 50 metros cuadrados cada uno, cada uno con terraza con vistas al mar. Los servicios comunes incluyen jardines, piscina, biblioteca, peluquería, gimnasio, capilla, asistencia sanitaria, terapias y la atención a todas las necesidades. De nuevo se respeta sumamente la independencia de cada habitante, a la vez que se comunalizan los servicios de mantenimiento -por ejemplo, hay un único equipo que hace la limpieza de todos los apartamentos o es el mismo personal el que se responsabiliza de los cuidados de los dependientes).

Hay otros proyectos de cohousing que lo convierten en un modelo posible, sostenible y universalizable. Algunos ejemplos son Servimayor en la cacereña localidad de Losar de la Vera (residenciaservimayor.es), la asturiana Axuntase (axuntase.es), la cántabra Brisa del Cantábrico (brisadelcantabrico.com), la cooperativa Centro de Convivencia de Tres cantos en Madrid (centroconvivencia.esy.es) o las iniciativas de Meridiano en Común, en Madrid (proyectomeridiano.blogspot.com).

Residencias masivas

Las políticas asistenciales siguen ancladas en los macrocentros de alta concentración: grandes centros en los que se atiende a números grandes de personas en espacios reducidos. Las peores condiciones –muchas veces indignas– las sufren las personas sin hogar. El Instituto nacional de Estadística informa que la media de personas por habitación es de cuatro en esos centros. Conozco centros donde hay 8 por dormitorio en literas, otras en las que hay decenas de literas, otros albergues donde se acumulan enfermos terminales sin hogar en habitaciones hacinadas de seis… Muchas veces es dantesco e inhumano. No son excepciones, sino que los centros de concentración masiva son la norma en la atención a las personas sin hogar en España. Los espacios comunes son pequeños y no hay intimidad posible. La experiencia de masificación es continua.

La respuesta a mayores es diferente en general, pero hay un modelo común basado en instalaciones colectivizadas. La política residencial se piensa más en términos de centros que de personas. El centro es el centro, no cada persona. En mayores se mantiene la inercia de grandes centros para cientos de personas o pequeños centros para demasiada gente.

La titularidad puede ser estatal, empresarial o de una ONG –o la Iglesia–, pero las principales ratios las regula el Estado. Establece cuántos metros cuadrados privados por persona (número de personas por habitación), cuántos metros cuadrados de espacios comunes, los regímenes de comidas, cuánto personal por número de residentes, etc. El modelo no depende de cada entidad, sino que es una estandarización pública. Por lo tanto, la responsabilidad de la catástrofe en las residencias de mayores no se puede atribuir -como se está haciendo- a la avaricia o negligencia de empresas o entidades –que la habrá habido, sin duda–, sino al modelo impuesto por el Estado, que somos todos.

Lo que hay que cambiar, por tanto, es el modelo, la legislación y normativa de los centros residenciales. Es imprescindible un inmediato Plan de Reconversión de los Complejos Residenciales de Mayores.

15 años para la reconversión: hay que darse prisa

¿Con qué modelo? El problema es el modelo, no la aplicación del mismo. Desde hace años, grandes grupos de inversión financiera han ido adquiriendo los terrenos e inmuebles para nutrir ese modelo de residencia concentrada. No todo modelo tiene los mismos resultados, como hemos podido comprobar en esta pandemia. En realidad, cualquier estudio detenido sobre el impacto del modelo de residencia en la calidad y esperanza de vida de sus habitantes demostrará que los modelos ya tenían efectos muy diferentes en la vida de la gente.

En quince años, los primeros ‘baby boomers’ tendrán necesidad de una solución residencial adaptada a su grado de dependencia. Son cohortes mucho más numerosas y entre quienes han muerto menos personas por su mejor salud y mejor Estado de bienestar. Además tendrán una cultura senior diferente, mucho más demandante de un modelo que garantice independencia, valores comunitarios y haga posible proyectos vitales mucho más activos e interesantes.

Además, se suman otros tres factores que van a influir mucho en la cuestión residencial de los mayores.

  • Primero, el aumento de la soledad y la desfamiliarización. Habrá muchos más mayores que no tengan a nadie que les cuide y, por tanto, necesitarán muchas más ayudas.
  • Otro factor que va a exigir mucho más apoyo es que la precariedad laboral que domina nuestra sociedad española va a hacer llegar a esa generación exhausta financieramente, con muy pocos medios para sostener una opción residencial digna.
  • El tercer gran problema que va a agravar la cuestión es la burbuja inmobiliaria que continúa inflándose en nuestro país, pese a los muchos males que ha provocado. La gentrificación expulsa a los mayores de sus viviendas vitales e impide la sostenibilidad de la comunidad vecinal. Eso lleva a que la persona pierda sus redes de apoyos naturales y deban ser sustituidos por apoyos financiados por el Estado.

El paradigma residencial comunitario

La Reconversión Residencial Senior se basa en cinco principios que configuran otro paradigma residencial para mayores:

  • Escala humana. La escala humana reduce números, amplía espacios, aumenta la ratio de servicios, humaniza más el trato.
  • Comunidad. La comunidad nos habla de la necesidad de modelos más integrados en el tejido originario de las personas o favorecer modelos que sean proyectos comunitarios. A la vez, pone como criterio la proximidad de la persona respecto a su familia y vecindario de origen para evitar el desarraigo y la soledad, a la vez que se sigue contando con la red personal de apoyo para complementar la atención.
  • Activación. La activación se refiere a la nueva cultura senior que ha emergido, que requiere mucha mayor independencia, demanda mayores derechos, más participación en todas las instancias –incluidas las internas del complejo residencial– y una valoración mucho más positiva de la ancianidad y de sus cuidados.
  • Economía social. Las soluciones puramente empresariales y las titularidades estatalizadas suelen ser caras y es más improbable que tengan el bien superior del mayor como criterio principal para sus decisiones de gestión. La opción financieramente más conveniente y sostenible es la economía social, o, mejor todavía, opciones mixtas que dan lugar a híbridos y partenariados entre los tres sectores. La sostenibilidad de la Reconversión Residencial se logrará con mayor inversión pública, con inversión de los ahorros personales, pero fundamentalmente por una expansión de la economía social en el sector de los mayores en forma de cooperativas (de verdad, no falsas coops) o entidades no lucrativas.
  • Retención. De modo preventivo para evitar el uso residencial, mejorar los servicios domiciliarios que aumenten la retención de los mayores en sus propias viviendas de origen. Eso implica también una lucha decidida contra la gentrificación, la soledad no deseada, la promoción de las familias y el cambio del modelo de empleo.

La reconversión basada en ese paradigma debería contemplar tres modelos principales. En cualquier caso, tenemos que saber en todo momento que el asistencialismo siempre es lo más caro, aunque la intuición indique lo contrario.

  1. Primero, las residencias convencionales con escala humana: menos gente, más espacio personal, más espacio común por persona y más personal. La sostenibilidad financiera de dichas residencias aumentaría si fueran gestionadas por entidades no lucrativas o cooperativas. Hay que evitar esos modelos de residencias masivas alejadas de la comunidad originaria de la persona -a veces en pueblos remotos-, que llevan a las familias, amigos y vecinos a interrumpir la relación con la persona. Asimismo, hay que mejorar el modelo de cultura senior que inspira a muchas residencias.
  2. En segundo lugar, las redes de casas o “apartahoteles”. Otra posibilidad es la creación de edificios de cohousing en los mismos barrios donde viven las personas. Es un modelo muy extendido en el Sur de Inglaterra. Las personas con un alto grado de dependencia se van a vivir a pisos individuales o compartidos por pocas personas, en edificios en los que hay servicios comunes permanentes. Es similar a un apartahotel. Las personas ceden su vivienda original para el alquiler para sufragar la nueva solución habitacional, y cuando fallecen la propiedad de esa vivienda pasa a los beneficiarios que la persona indique. De ese modo, se evita que la persona pierda la vivienda a la que ha dedicado la mayor parte del capital de su vida. Ha habido abusos que se han quedado las casas de los mayores dada su estado de necesidad. La ventaja del modelo “redes de casas” esparcidas, muy próximas o concentradas en un solo edificio es la retención en la comunidad de origen, lo cual mejora la calidad de vida de la persona mayor y se continúa contando con sus redes de apoyo vecinal, amical y familiar.
  3. En tercer lugar, se deben favorecer las comunidades cooperativas de cohousing voluntario. Se crean en el interior de las ciudades o en ciudades o pueblos distantes del barrio de origen. Son comunidades sostenidas en la economía social. El cohousing es un modelo de comunidad de vida en régimen de economía social, con habitaciones o apartamentos personales, y espacios y servicios comunes, organizado desde los principios de atención integral a cada persona y la integración participativa en la sociedad. Hay distintas experiencias consolidadas que necesitan de regulación y promoción, que hemos visto al comienzo de este texto.

¿Qué hacer entonces con los grandes edificios masivos construidos en estos años y promovidos por los gobiernos? ¿Qué hacer con los muchos proyectos en los que ya se ha invertido comprando terrenos? Esa es otra cuestión, pero debe ser parte de la reconversión a otros usos. El cohousing comienza a ser una solución habitacional para diferentes edades y muy especialmente para la emancipación de los jóvenes. Se podría explorar esa vía de reconversión. En todo caso, cualquier patrimonio inmobiliario urbano en la España actual tiene pocas dificultades para hallar rentabilidad en una reconversión a medio plazo.

La baja calidad residencial es ya una de las principales causas del edadismo, la exclusión por causa de la edad. El alto precio en vidas que han pagado los mayores, personas con discapacidad y probablemente personas sin hogar en esta pandemia, nos tiene que comprometer a hacer esta transición en el modelo residencial, que nunca más sea posible caer tanto por haber caído tan bajo.