Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

Detrás de una taza de café


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Los amantes del café podemos estar seguros que detrás de cada taza hay un proceso casi manual que no termina pagando justamente; las horas de labranza, chapoda, corta desde las 5:00 AM, la pepena bajo el sol y la humedad de muchas fincas en nuestro continente; luego el proceso de transporte, peado, secado, tostado, molido de todos los involucrados en la cadena del café. Hay una sensación de que el comercio de este producto no termina siendo justo ni del todo apreciado por el consumidor final.

En México, un kilo de café pepenado viene siendo pagado a 3.5 pesos aproximadamente. Esto es más o menos 20 centavos de dólar a la persona. Aun así, la inversión que tiene que hacer el productor o dueño de la finca requiere de un esfuerzo adicional para retribuir adecuadamente a todos los que participan en la cadena. Debemos recordar las implicaciones que ha tenido la volatilidad en los precios del mercado mundial del café en la última década, el decrecimiento de la producción debido al abandono de apoyo a los caficultores en varios países, así como la plaga de “roya del café”, que ha generado pérdidas económicas que desestabilizaron a muchas familias y comunidades, pequeños y grandes productores.

Proceso del tostado en Coatepec, Veracruz. Foto: Flor Ramírez

A muchas personas el vínculo café-migración les parece impensable, pero no lo es. En The Guardian, mediante el interesante reportaje de Ninna Lakahi, ‘People are dying: how the climate crisis has sparked an exodus to the US’, refiere que los salarios llegan a ser de 4 dólares al día. Las afectaciones de plagas como “la roya” se mezclan con las consecuencias de la sequía y el cambio climático que generan consecuencias como la inseguridad alimentaria y la desnutrición. Las familias que trabajan en el campo han tenido que salir de sus territorios y buscar alternativas más allá de sus fronteras.

El café sigue siendo una Esperanza para El Salvador

Vamos a los datos, de las últimos años. Según ROMECAFE el aumento en la incidencia de la roya de café en las tempordas de 2012-2013 además de la caída en los precios internacionales de café desde 2011 hasta finales del 2013, desincentivó la producción, y contribuyó a una merma en la producción de café en Centroamérica. En El Salvador, el país más afectado, la producción disminuyó en un 70% entre las cosechas de 2011 a 2014. En Honduras, país que había llegado a su producción más alta en la historia en 2011- 2012, la producción de café disminuyó en un 23 % hacia 2012 y 2013. Guatemala experimentó una disminución de 18% de 2011 a 2014.

El más antiguo recuerdo de tomar café habrá sido por ahí de los 3 años y estoy segura que mis primeros sorbos fueron en el biberón o “pacha” como le llaman en El Salvador, país que en estos días celebra al Santo Patrono El Salvador del Mundo. Mis abuelos se dedicaron y subsistieron gracias al cultivo del café por varias décadas. Y es que el café es parte de la cultura salvadoreña, nos construimos como República cafetalera tras la sustitución del cultivo del añil,  considerado en su momento el “oro azul” que fue parte de la economía colonial y poscolonial en Centroamérica. Construimos la oligarquía, la riqueza y las comunidades en torno al cultivo del café porque surtimos a los mercados más competitivos. Todavía hoy, lo que subsiste del cultivo del café tras una reactivación llega a los paladares más exigentes y compite en las catas internacionales. El café sigue siendo una Esperanza para El Salvador, así lo ha denominado la Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores y Trabajadores de Comercio Justo (CLAC) en uno de sus promocionales para hacer conciencia del comercio justo y que el dúo de jóvenes salvadoreños Shaka y Dress interpretan con ímpetu.

Pensando en el café, el contenido de ‘Laudato si’, para mí es una interpelación clara a nuestra formas de consumo y de cómo las acciones individuales que luego se convierten en colectivas y llegan a justificar decisiones políticas, llegan a impactar la vida de las familias y sus medios de vida. Ahora que la migración del triángulo norte nos parece un fenómeno incontenible, quizá una taza de café nos permita encontrar más de una explicación.