Desde un pequeño hospital


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Es muy difícil asegurar la asistencia sanitaria (no digo buena, solo real) en las zonas rurales, alejadas de los núcleos urbanos, donde se concentran los recursos. Los médicos del Clínico de Zaragoza acudimos, de forma rotatoria y durante una semana, al hospital de Ejea de los Caballeros, una población de 17.000 habitantes al norte de Zaragoza. Es un centro que ha conocido diversas vicisitudes desde su apertura y que ahora carece de equipo médico propio. No así del resto de miembros del estamento sanitario, como enfermeras, auxiliares, celadores o administrativos, la mayoría de la misma comarca.



Es un centro pequeño, donde se hace cirugía no compleja que no suele requerir ingreso y hay consultas externas de algunas especialidades. También los médicos pertenecen en su mayoría al Clínico y viajan desde la gran ciudad; en las urgencias ocurre lo mismo. El hospital se halla anexo al centro de salud, que posee un equipo propio.

Un perfil específico

La idea es buena: acercar la posibilidad del ingreso hospitalario a la población de zonas rurales, pero la realidad no sé si tanto. El perfil de paciente que ingresa es bastante específico: personas que no necesiten estudios diagnósticos complejos y que no sean tributarios de cuidados críticos; en general, población anciana con una mortalidad muy alta, lo cual puede resultar desmoralizante para el personal, aunque hay que asumir que es una atención al final de la vida que alguien debe proporcionar.

Médico general

Otro problema diferente es cuál sea el costo del hospital. Es muy posible que resulte cuantioso en proporción, pero se trata de un problema relativo y que debe contemplarse en un contexto que no es aquí el lugar de analizar. Sería interesante tener datos fidedignos y, en especial, saber qué privilegia una sociedad y qué no, y los cuidados sanitarios suelen privilegiarse.

Atención de calidad

Este modelo de médicos desplazándose desde la capital, aun no siendo idóneo, asegura una atención de calidad, porque la composición del equipo médico de los hospitales comarcales es, en mi opinión, uno de los principales escollos para que todos los españoles sean iguales en sus derechos, al menos en los sanitarios. Esa es mi experiencia en otras comunidades autónomas, contrastada con otros colegas.

Por lo demás, un hospital pequeño es un lugar magnífico donde trabajar; todo el mundo se conoce, la inmensa mayoría del personal es muy colaborador y todo es mucho más sencillo que en el gran hospital. Como, además, en general el manejo de los pacientes es simple, la tarea del internista resulta fácil. Ha sido, pues, una semana tranquila para este médico.

Recen por los enfermos, por quienes les cuidamos y por este país.