¿De verdad no interesa la lista de los reyes godos?


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No hace mucho hemos podido contemplar una campaña de publicidad de una compañía dedicada al préstamo de dinero en la que aparecía una serie de reyes godos al final de la cual, sobreimpresionado, afloraba un enorme cero. Una voz en off decía que lo que compartían esa lista de reyes godos y la empresa que se publicitaba era que ambas presentaban “cero interés”.



Es discutible que la lista de los reyes godos tenga “cero interés” (así como que la empresa en cuestión dé crédito a interés cero). De hecho, esas listas de regentes –también las de obispos de una diócesis o de papas– pueden ofrecer una valiosa información para los historiadores y, por tanto, para la memoria social. Incluso el hecho de agrupar una serie de nombres o palabras relativos a una parcela del conocimiento lo encontramos ya en los primeros “léxicos” sumerios, en los albores de la cultura escrita.

Los nombres de la Biblia

En la Biblia encontramos bastantes listas de nombres. La primera de ellas, la de los patricarcas prediluvianos (Gn 5), es famosa por la edad de los personajes, el más longevo de los cuales –Matusalén– vive novecientos sesenta y nueve años. ¿Qué función tendría esta lista de nombres? Probablemente, con esa serie de nombres engarzados, ya que se presentan como una genealogía, y con esas duraciones –que muy probablemente tenían algún significado concreto, aunque hoy lo desconozcamos en gran medida– se consigue, en primer lugar, el efecto de llenar un gran período de tiempo que se supone transcurrido con un “coste” narrativo mínimo.

Pero, en segundo lugar, se lanza un mensaje teológico tan sencillo como contundente: cuanto más cerca se está de Dios, mejor es la vida del ser humano. En este caso, el “pecado” acaecido en el jardín del Edén, y posteriormente con el asesinato de Abel, aún no ha tenido demasiado recorrido. Por eso los seres humanos “viven” mejor. Esa calidad de vida, en el lenguaje bíblico, se traduce o se expresa en cantidad (el personaje más “joven” de la lista es Henoc, con “solo” trescientos sesenta y cinco años de vida).

Otro día hablaré de otra lista de nombres famosa en la Biblia: la de la genealogía de Jesús.