Cultivar la paciencia


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En una de mis entradas compartí con ustedes mi momento vital, con algunos problemas de salud. En esta época calurosa, toca cultivar la paciencia, una virtud muy cristina, en el contexto de una fe que sabe que el Reino de Dios que anunció Jesús no lo conoceremos en esta tierra, aunque haya que vivir para hacerlo posible.



En las entradas de un blog, cada persona aporta lo que puede: opiniones, experiencias, doctrina, planteamientos y retazos de uno mismo. Así se concreta la definición de amor ignaciana: “Dar lo que uno tiene y puede”. En esta época de mi vida, expectante ante una cirugía, trabajo la aceptación y la paciencia.

Largas tardes de verano

Aceptamos las enfermedades y limitaciones de la vida, nuestros defectos y errores, con los que convivimos a diario. En las largas tardes de verano, calurosas este inicio de julio, al lado de un ventilador. Las horas se deslizan lentas, entre lectura y reflexión, la voz de la radio y la compañía que dan los mensajes de un móvil y las conversaciones con personas queridas.

Médico general

Se acepta que las vacaciones esperadas e ilusionantes no pueden ser y deben posponerse indefinidamente. En cambio, toca convivir con la incertidumbre de entrar a un quirófano, introducirse en una dinámica hospitalaria que suelo conocer desde el otro lado. De médico que toma decisiones, uno pasa a ser paciente por el que deciden otros. Son momentos de la vida, seguro que aprendo cosas –ojalá buenas– que quizás me permitirán ser mejor médico en el futuro.

Rezar con santa Teresa

Es también momento de rezar con santa Teresa, que nos ilumina estas vivencias tan humanas en su poesía “vuestra soy, para Vos nací”. En ella, desgrana los polos antagónicos de la vida humana: muerte/vida, salud/enfermedad, honra/deshonra, guerra/paz, flaqueza/fuerza, riqueza/pobreza, consuelo/desconsuelo, alegría /tristeza, infierno/cielo.

En ambas circunstancias vitales, unas dulces, amargas otras, somos del Señor y para Él debemos vivir, pues ambas situaciones son lugar de encuentro con Dios. En triunfo o fracaso, en oasis o en desierto, creemos que Jesús nos espera y no nos abandonará.

Recen por los enfermos y por quienes les cuidan, en este verano caluroso –como todos– en que cada día nos despertamos con nuevos sobresaltos. La situación sociopolítica es incierta e injusta, porque este país, en su conjunto, no merece tal dosis de indignidad.