Jose Fernando Juan
Profesor del Colegio Amorós

Cristianos escondidos y refugiados


Compartir

Karl Rahner escribió sobre “cristianos anónimos” para elogiar y tender puentes en la fe más allá de las fronteras de la Iglesia. Incluso como provocación, y así fue recibido en el seno del a Iglesia en muchos casos, hacia los mismos cristianos. Algo así sonaba mal, distorsionaba identidades y diluía compromisos esenciales.

La formulación puede no ser la mejor del mundo. Entregaba lo esencial del cristianismo a quienes, en el fondo, ni saben qué es, ni se reconocen, ni lo han puesto en su corazón como principal. La referencia cristológica, la vida y palabra de Jesucristo, queda dispersa en acciones, compromisos y motivaciones poco esclarecidas. Sin embargo, a los cristianos que inician su proceso y camino se les exige desde el principio poco menos que la máxima virtud en todo su camino. Coincido con los críticos. No cuestiono las intenciones de Rahner.

Ahora bien. Las circunstancias han cambiado tanto en tan poco tiempo, que lo que encontramos masivamente en algunos ambientes son personas que esconden su fe y creencias, que llegan incluso a estar incómodos con ellas y se refugian en lugares catacumbales, propios de otra época. Nuestro tiempo, que parece elogiar la libertad de expresión (ya sabemos que nunca ha sido así y no lo es ni mucho menos) y enaltece el diálogo y el consenso (hasta que llega el momento de dialogar y consensuar), debería ser una oportunidad para el cristianismo en términos históricos.

Contra el aislamiento y la exclusión

¿Dónde está el problema? Se viene avisando desde hace tiempo: relativismo, conformismo, individualismo. Empezando por lo último, probablemente. Las ciudades han destruidos las relaciones. Se combate la soledad, pero se ha perdido la Koinonía, la pertenencia, el lenguaje y las preocupaciones comunes y compartidas. Antes, no hace tanto tiempo, lo humano y la humanidad no era cuestión individual sino de todos, y su orientación y meta estaba precisamente en salvaguardar estos obstáculos.

Acompañamiento CONFER ITVR monjas religiosasHoy, con la estúpida creencia heterónoma y alienante del progreso y la tecnología, todo se devuelve fuera, pero la destrucción y el caos es total. ¿En qué cabeza cabe que un Ministerio de un país desarrollado se ocupe exclusivamente de la Soledad mayúscula, sin ser capaces de decir la palabra Exclusión o Aislamiento?

Los mayores han dejado de ser escuchados. Entusiasma la novedad y fuerza de quien empieza, y se hace fiesta. Pero no se reconoce la fidelidad, constancia y proceso de quien lleva muchos años al pie del cañón. Los contratos permanentes dan paso a los temporales. Todo encaja, como destrucción del tejido social y fraterno. Mi párroco, al final de la misa, se acerca y saluda a todos.

Está ahí, nos conoce y charlamos un poco. Lo que falta en la Iglesia, como respuesta a nuestro tiempo y de lo que históricamente sabe aunque hemos olvidado mucho, es comunidad, relación, construir un Pueblo que camine respetando ritmos. Lo que la Iglesia puede hablar es esto: olvidemos muchas cosas que dicen urgentes, volvamos a la esencialidad de las relaciones y la construcción de unidad, respetemos ritmos, conozcámonos, apoyemos… Y de ahí, en adelante. Porque “donde dos o más están reunidos en mi nombre…”