Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

¿Cómo volver a la nueva normalidad?


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El Covid-19 es una amenaza para el sentido de seguridad psicológica que hasta cierto punto habíamos encontrado. Realmente no sabemos qué esperar y cómo comportarnos, estamos lidiando con una sensación de desorientación a pesar que los intentos por determinar nuestras acciones con base a un “semáforo epidemiológico” que nos dirá qué hacer y cómo comportarnos. Socialmente, este es un momento sin precedentes en el que nuestra percepción del riesgo es alta.



El término seguridad psicosocial fue acuñado por Amy Edmonson [1] para referirse a “una creencia compartida por los miembros de un equipo, de que el equipo es seguro para la toma de riesgos interpersonales”. Esto es aplicable no solamente en contextos laborales, sino también a la familia, a las comunidades a las que pertenecemos. Hoy debemos comprender claramente que “cuando el miedo se comparte, se siente menos”, refiere Edmonson. En una conversación con una buena amiga psicóloga decía, tenemos ante esta “nueva normalidad” dos opciones: huir o luchar. Si bien el aislamiento (que sería una especie de huída) disminuyó nuestra interacción social, con la vuelta paulatina a ciertas actividades, nos encontramos ante la necesidad de aprender a comportarnos diferentes en un contexto cada vez más complejo en donde “luchar” pareciera cada vez una opción muy factible. Tenemos un descalabro económico que ha dejado a muchas personas sin medios de vida. La violencia se ha desatado en sus múltiples formas, entre éstas la xenofobia y racismo. Nos hemos descubierto frágiles y vulnerables, sin importar edad ni condición social ¿cómo se hace cara a lidiar con ese sentido de amenaza, de inseguridad psicosocial?

Foto: revista Monocle, abril 2020

Desde la psicología, al menos tres cosas pueden funcionar:

  • Por ejemplo, señalar y hablar explícitamente de la incertidumbre para “etiquetar la amenaza” sin saturarnos de demasiada información falsa o alarmante. Al reconocer que estamos en un momento volátil o incierto, sabremos que tal vez nadie sepa en nuestra familia, comunidad u organización expresamente cuál es la manera exacta de proceder.
  • Definir un espacio psicosocial seguro en el que se pregunte, se tomen en cuenta las opiniones de otros y en donde toda persona que tenga una posición de liderazgo reconozca que es “infalible”. Esto permite que nos sintamos parte del barco, incluso en medio de la tempestad y la crisis, que cada quien pueda asumir cierto sentido de “control de la situación” en un pequeño espacio, que es nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro grupo, nuestra comunidad.
  • Vivir el duelo. Muchas familias, colonias, empresas, países debemos vivir el duelo de quienes alcanzaron a despedirse o simplemente se fueron. Acompañar asertivamente y lograr encontrar los mecanismos que nos permitan afrontar esta pérdida, son parte de la labor de los profesionales y primeros respondientes. Aceptemos y pidamos ayuda, si nos encontramos en esta situación.

El momento Post Covid-19 nos pone en necesidad de desarrollar comportamientos interpersonales, que requieren de un alto grado de autoconocimiento y cooperación para estar a la altura de las circunstancias. Como hombres y mujeres de fe, tenemos un  camino trazado, debemos encontrar alternativas al huir y al luchar, nos toca humanizar. Estamos llamados a ser primero conscientes de nuestra fragilidad, pedir al Espíritu el don de Fortaleza para llenar nuestro corazón de la fuerza que nos permita ser corresponsables de la situación. Hoy más que nunca nos toca  impregnar cada momento con la virtud de la Caridad.

[1] Anthony Win Kosner, Amy Edmondson on the power of psychological safety in distributed work, Marzo, 2020.