Claves para discernir ‘Querida Amazonía’ y acompañar este kairós eclesial


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El Sínodo Amazónico es, ha sido, y será una contribución significativa y sustancial en el ‘kairós’ eclesial que estamos viviendo. Desde el Concilio Vaticano II, el Espíritu ha buscado los nuevos caminos para dar consistencia y continuidad a este proceso de reforma eclesialque sigue en marcha y ha encontrado en estas décadas el tiempo y las condiciones propicias.



Este Sínodo Amazónico es una expresión, de tantas maneras diversas, sobre cómo se va concretando el Concilio Vaticano II para asegurar la relevancia de la misión de la Iglesia en el mundo y en el corazón de sus gritos y esperanzas. Ya no solo para este territorio en Suramérica que, por otro lado, representa en un espacio específico y con sus propias características, algunos de los más urgentes gritos y de las más fuertes esperanzas para nuestro mundo hoy. Un mundo roto que necesita de sanación, y en el que la Iglesia quiere ser un verdadero signo de posibilidad de otro mañana.

La búsqueda de este Sínodo de los “nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, da cuenta de los más urgentes desafíos para este cuerpo eclesial que sigue el proyecto de Reino de Jesús, y la Amazonía es un rostro, un espejo y un paradigma que sirve como referente y como catalizador de algo que supera por mucho la territorialidad específica de este espacio ecosistémico, socio-cultural y geográfico. Creo, honestamente, que por estas razones la historia de la Iglesia ha encontrado en este Sínodo un detonador hacia la conversiónque se encuentra en el marco de este gran parteaguas llamado Concilio Vaticano II, y de la mano de la revolucionaria encíclica Laudato Si´ sobre el cuidado de nuestra casa común, los cuales, entre muchas otras cosas, dan consistencia al pontificado de Francisco.

La Amazonía, una preocupación de toda la Iglesia

En no pocos sitios se considera la encíclica Laudato Si´ como uno de los documentos más importantes que se hayan escrito para toda la humanidad en las últimas décadas. La emergencia climática, que existe en el marco de una verdadera crisis ecológica, pide una respuesta radical (de raíz) para responder ante estos signos de los tiempos, ya que el mismo proyecto de Dios y de su Encarnación está en riesgo al descubrir que estamos llegando al punto de no retorno. La defensa de la casa común es hoy un elemento inherente de nuestra identidad como creyentes, y representa un llamado a toda persona de buena voluntad para asumir este imperativo ético universal.

El Sínodo es un proceso

Dicho esto, el Sínodo es un proceso que posibilita y acompaña la conversión integral de la Iglesia, y sus conversiones particulares, en el marco de este kairós. La fase preparatoria desde el anuncio del Papa de este Sínodo (octubre del 2017), su inicio en la visita de Francisco al territorio Amazónico en Puerto Maldonado (enero del 2018), y el inédito proceso de escucha territorial conducido por la REPAM en al menos 260 puntos en toda la Panamazonía (asambleas, foros, y ruedas de conversación) con la participación directa de al menos 22,000 personas en toda la gran diversidad eclesial y de la población de esta región, y al menos otras 65,000 en los procesos preparatorios, fueron determinantes porque fueron la base y esencia con que se elaboró el ‘Documento de trabajo’ (Instrumentum Laboris), a partir de las propias voces del territorio en una expresión de verdadera sinodalidad.

Como parte central del mismo proceso, la Asamblea Especial que tuvo lugar en Roma bajo la presidencia del papa Francisco entre los días 6 y 27 de octubre de 2019, fue un espacio de discernimiento, diálogo y elaboración de propuestas para ayudar al propio Papa a identificar los posibles nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral en la Amazonía y más allá de ella. Con la exhortación apostólica “Querida Amazonía”, del Papa, se nos dan los lineamientos magisteriales para impulsar esos nuevos pasajes, y han de ser faros para toda la Iglesia con respecto a su identidad y misión, y con certeza serán también referentes para muchos que simpatizan con el llamado al cuidado de la casa común a nivel universal, y hacia una verdadera ecología integral en este territorio.

Considero que algunas premisas Ignacianas, sobre temporalidad, territorialidad y los sujetos del proceso (tiempos, lugares y personas), son imprescindibles en este camino eclesial sinodal Amazónico.

Temporalidad (tiempos)

Para comprender este Kairós, y poder asumirlo como tal sin caer en la tentación de reducirlo a una serie de eventos concatenados o bajo una visión meramente lineal, es necesario asumir la noción de tiempo a la luz de la esperanza en el Dios de la vida. Es decir, una que trasciende nuestras propias limitaciones y capacidades. El Espíritu se hace presente en los distintos momentos de la historia, pero es imposible someterlo a nuestros parámetros temporales. La revelación de Dios es un continuo en toda la historia de fe.

Este Sínodo es, sin duda, un reflejo de la revelación de Dios, pero es un proceso frágil y evidentemente incompleto. Pretender interpretar toda la experiencia de este kairós en su reducción a la Asamblea de octubre sería un triste reduccionismo de la revelacióny, por tanto, sería un modo de asfixiar la novedad que de él quiere emerger.

Por ello,es muy importante leer la Exhortación Postsinodal, y todos los documentos asociados a este evento eclesial, como algo que está en construcción y sobre lo que debemos trabajar paciente e incansablemente para llevarlo adelante. Los parámetros de temporalidad de los propios pueblos y comunidades Amazónicas, incluso los ritmos de la naturaleza, nos deben ayudar a no forzar los cambios cuando aún no es tiempo, o con base en nuestras visiones particulares y hasta caprichos. Debemos comprender la madurez que se requiere en los procesos, y saber también identificar aquellos que no pueden esperar y ante los que es preciso empujar con todas las fuerzas. Para esto, necesitamos un discernimiento muy profundo, y un genuino conocimiento de la realidad territorial y eclesial. En ese sentido, nuestra esperanza se asocia con los más de 55 años desde el inicio del Concilio Vaticano II, y por ello el horizonte debe estar igualmente emplazado en una distancia que va más allá de nuestras limitaciones temporales, confiando en que esto es parte de un verdadero Kairós.  

Territorialidad (lugares)

En este Sínodo se hizo un énfasis sobre la importancia de reconocer al territorio como lugar teológico. En nuestra identidad de creyentes, la Encarnación de Jesús acontece en un marco territorial específico como expresión del amor de Dios por su creación y el deseo de su redención. La divinidad se territorializa, asume la condición humana, se inserta en una cultura específica y en sus rasgos identitarios e históricos, para luego trascenderla y hacer camino para llegar a todos y todas en este mundo.

En este sentido la Amazonía es un verdadero lugar teológico, y en ello los pueblos y comunidades que ahí viven, con sus identidades culturales y procesos históricos, son también potencial y real fuente de revelación. Este Sínodo ha abierto una nueva categoría que estaba ya expresada en el Concilio Vaticano II al hablar de una región socio-cultural específica como espacio privilegiado para comprender el modo en que Dios se inserta en medio de nuestra realidad sin arrasar la riqueza existente, sino asumiendo e iluminando la riqueza espiritual y cultural ya existente.

Esto es esencial para acompañar adecuadamente la implementación de la Exhortación papal sobre el Sínodo Amazónico porque nos hace conscientes de que a Dios no lo podemos reducir a una mirada o a una identidad cultural dominante. Si Dios se encarna en la periferia, lo hace también en las culturas específicas, grandes o pequeñas, y nuestra vocación debe ser el buscar el modo de que esa presencia de Dios y las semillas del Verbo encarnado fructifiquen y florezcan dando mayor fuerza a la propia cultura y territorio.

Ningún temor sustentado en el deseo de someter la revelación a una determinada y limitada cultura, quizás por un deseo de continuidad colonizadora, podrá ser una digna expresión del modo en que Dios camina con toda la humanidad en su deseo de redención. Así que, una invitación esencial es el sacarnos las sandalias para pisar la tierra sagrada de la diversidad cultural y territorial en donde la revelación ha querido acontecer en este Sínodo de la Amazonía.

Sujetos del proceso (personas) 

Una de las grandes novedades de este Sínodo fue, como concreción del deseo del Papa Francisco que se expresa en la Constitución Apostólica ‘Episcopalis Communio’, la ampliación en la diversidad de participantes del Sínodo. Hemos vivido una presencia inédita de toda la diversidad territorial en el proceso de escucha conducido por la REPAMpara la preparación de los documentos del Sínodo, y, aunque siempre ampliable, se tuvo la mayor presencia de mujeres en Asamblea con respecto a cualquier otro Sínodo. Más aún, las voces de los pueblos originarios, mujeres y hombres, retumbaron en el aula Sinodal para conmover y transformar el modo en que se discutía sobre un territorio que ya no era algo lejano o comprendido simplemente desde una lectura lejana, sino que se tornaba en un discernimiento y búsqueda de caminos concretos a la luz de las presencias vivas y los relatos de los propios pueblos y comunidades Amazónicos que fueron sujetos de su propia historia en este Sínodo.

Voces de los pueblos originarios representando sus propias organizaciones, desde la vivencia del sacerdocio indígena, de la vida consagrada de miembros de los pueblos amazónicos, y de mujeres y hombres de distintas comunidades tradicionales, marcaron una ruptura irreversible con respecto a otros Sínodos. Toda discusión sobre una realidad particular, deberá contar siempre con voces amplias y representativasde los propios pueblos referidos como fruto de esta experiencia eclesial.

El deseo del papa Francisco por encontrarse solamente con los representantes de los pueblos originarios durante la Asamblea, confirma esta opción preferencial por la periferia como fuente de luz y de vida para iluminar al centro, para que ellos ayuden a la Iglesia en su verdadera reforma sinodal. Nada que se discuta sobre el Sínodo tendrá sentido sin la presencia y participación activa de los propios representantes de este territorio, sean miembros de la Iglesia o de sus pueblos y comunidades, ya que son ellos los sujetos de su propia historia.

Concluimos este breve texto con una oración del siervo de Dios P. Pedro Arrupe s.j., como consigna que nos invite a todos-as, miembros de la Iglesia o personas de buena voluntad, para poner nuestras fragilidades y fortalezas en la certeza de la revelación de Dios que está presente en este proceso Sinodal en marcha:

No tengo miedo al nuevo mundo que surge. Me espanta que podamos dar respuestas de ayer a los problemas de mañana. No pretendemos defender nuestras equivocaciones, pero tampoco queremos cometer la mayor de todas: la de esperar con los brazos cruzados y no hacer nada por miedo a equivocarnos…

* Escrito adaptado del original publicado en la revista Intercambio del sector social de la Provincia Jesuita de Perú.