Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

‘Caminando con los Migrantes’


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Dios está en todas las cosas, en cada momento y en cada persona, y en su interior podemos abrazarnos con Él, muy especialmente en las personas heridas por la pobreza. Servir a los pobres es alabar a Dios, abrazar a Dios en cada uno de ellos es la oración más sublime. En esa entrega, el amor de Dios se proclama con el lenguaje de los hechos, la fuerza del símbolo, y se tocan la carne y el alma. Y el alma siempre anhela a Dios.



Un innovador ejemplo de servicio que se convierte en canto a la Justicia de Dios es el que está impulsando la Iglesia con inmigrantes asiáticos. Todas las religiosas de Asia han aliado sus diversas instituciones para unirse más profunda y comprometidamente a los migrantes en estos tiempos en los que están sufriendo de forma más aguda la criminalización, el acoso y la persecución.

En la frontera de México

Bajo el lema ‘Caminando con los Migrantes’, se han decidido a intensificar su presencia consoladora y transformadora “allí donde los gritos son más fuertes y la dignidad está más amenazada”, según declaran las hermanas en un seminario continental con el que han dado comienzo a esta alianza.

Humanidad

Según declara una de las organizadoras al ‘Global Sisters Report’, “no se trata solo de migrantes. Se trata de nuestra humanidad. ‘Caminar con los Migrantes’ no es una tarea, es una gracia. Si nos atrevemos a acompañarlos, nos transformaremos”. Quien habla es Rani Punnaserril, hermana de la Santa Cruz Menzinge.

La alianza no es solamente asistencia, sino que –prosigue Rani– “se trata de asociarnos con los pobres, escucharlos y defenderlos… Los tiempos que vivimos exigen no solo empatía, sino acciones que se traduzcan en justicia”. La alianza ya tiene una gran base de proyectos y promueve un específico “Ministerio con Migrantes” que sea una fuerza visible y esperanzadora en el continente. Servir es alabar.

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