José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Blogueros de sacristía


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MIÉRCOLES

Jorge Javier Vázquez se sabe provocador nato. No le incomoda. Aun sabiendo el peaje que conlleva. Le cojo al vuelo en una entrevista haciendo zapping radiofónico. “La espiritualidad es la droga más dura. Cada uno elige con qué se envenena”. No sé si sería capaz de rebatirle.



JUEVES

A través de Spotify me invitan a una ‘masterclass’ gratuita para que aprenda a pensar como un empresario rico. Solo necesito saber cómo tener alma de pobre. Pero no encuentro el centro especializado donde cursarlo.

DOMINGO

No sé si me consuela o me inquieta que Pablo ya advirtiera a los de Tesalónica de que algunos de la comunidad andan “metiéndose en todo”. Tranquiliza saber que es un hábito eclesial que no nace con el Vaticano II. Pero alarma saber que los ‘metomentodo’ llegaran entonces para quedarse. Cada vez estoy más convencido de que la Todología es una asignatura troncal en nuestros proyectos de iniciación cristiana con catedráticos en cada esquina.

MARTES

Mesa redonda del Aula de Moral y Pastoral de Comillas. Mano a mano Ecclesia y Vida Nueva para reflexionar sobre la ética comunicativa y el futuro digital. Modera Jesús Sánchez Camacho, que arranca con una reflexión de Martín Descalzo en el número 1.000 de esta revista que hoy se erige como lección magistral: “Nunca entendimos a la Iglesia como un gueto separable del resto de los problemas humanos”.

A partir de ahí, un diálogo compartido que se detiene haciendo parada y fonda en el tejemaneje bloguero que juega a hacer entretenimiento de vísceras en versión sacristía. Más allá, la preocupación por el clic que marca el Metaverso. “¿Para quién trabajo? ¿Para Google o para la Iglesia?”, desvela Silvia sobre una inquietud de su equipo, compartida por todos debido al imperialismo del algoritmo que se impone sobre la pasión por contar la calidad con un estilo propio. Cosas de periodistas.

MIÉRCOLES

Los norteamericanos confían el Senado a los demócratas contra todo pronóstico. Daban por finiquitado a Biden en las encuestas. El presidente católico ha barrido también en el Estado de Maryland. Se ha topado con una resistencia que se llama Baltimore. No en toda la ciudad. Ni mucho menos. Pero sí en una manzana donde han votado por Trump.

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