Todos los años hay epidemia de infecciones respiratorias; no es nada nuevo, pero ahora somos más conscientes porque tenemos recientes las amarguras de la Covid-19. Eso sí, hace décadas que las urgencias están atestadas en estas fechas.
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En el hospital donde trabajo hemos vuelto a las mascarillas obligatorias, aunque sin la zozobra y el miedo de los días de la pandemia, de la que pronto se cumplirán cinco años. Evocan malos recuerdos.
Ante cualquier emergencia
Ante cualquier emergencia sanitaria (la pandemia lo fue; los picos de infecciones respiratorias ocasionales no han tenido, al menos por el momento, tal envergadura), la ciencia demostró que los profesionales sanitarios necesitan cuatro S, según sus siglas inglesas: Space, Stuff, Staff, sSystems.
El espacio (Space) nos habla de lugares adecuados para tratar y aislar pacientes, y los hospitales, tal como están diseñados, suelen ser malos para eso. Poco ágiles en la creación de espacios. Por eso, las urgencias se “atochan” y se publican titulares alarmantes en los periódicos. No es nada nuevo, lo hemos vivido durante décadas.
En lo material (Stuff), por fortuna, no hay carencias por ahora: disponemos de mascarillas y de todo el utillaje necesario. No parece que vayan a requerirse más recursos de los existentes, si bien, quienes vivimos la Covid-19, no nos quitaremos el miedo de encima con facilidad. En numerosos hospitales, los sanitarios tuvieron que afrontar la pandemia con protecciones escasas o inexistentes. Además, nunca habíamos ejercido en una situación que exigió priorizar recursos de alta tecnología como los respiradores. La angustia de aquellos días nos acompañará mientras vivamos.
Problemas heredados
En cuanto a los recursos humanos (Staff), el riesgo es la enfermedad de los cuidadores, tanto personal sanitario como no sanitario. Sin embargo, me resulta más preocupante su desgaste. En la actualidad, al menos en mi hospital, cunde el descontento ante una gestión que reacciona tarde a casi cualquier situación, que carece de credibilidad y que arrastra problemas heredados. Creo que el cisma crónico entre clínicos y gestores es más profundo que nunca, y las medidas que se toman son acogidas con extremo escepticismo.
Los sistemas (Systems, referidos a la informática y recursos afines) deberían ser objeto de ulteriores reflexiones, porque son uno de los escándalos de nuestra sanidad. Lo califico así porque es incomprensible e inaceptable que cada autonomía funcione con su propio sistema, incompatible con el resto, en general farragoso y cuajado de problemas y disfunciones.
No generan datos útiles ni han sido concebidos para un uso clínico. Tampoco resultaron eficaces para generar conocimiento durante la pandemia, y no me consta que se haya hecho nada para solucionar esta situación. Si a eso se añade que presentan numerosos fallos en su uso cotidiano (es rara la mañana en que funciona sin “colgarse” o dar un tipo u otro de error), no soy optimista respecto a este apartado.
De la mejor forma que podemos
En fin, que seguimos en los hospitales cuidando de la mejor forma que sabemos y podemos a los pacientes que ingresan, mientras rezamos para que la situación no empeore (de hecho, al menos aquí, esta semana por el momento no ha habido un aluvión de ingresos, si bien la situación es dinámica y cambiante).
Recen también ustedes por los enfermos, el personal sanitario y por este país.