Al borde del camino


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Cada domingo 33 (la edad de Cristo) del tiempo ordinario, el papa Francisco nos invitó a la Iglesia a celebrar el día Mundial de los Pobres (no de la pobreza) para que cada comunidad (no solo los individuos) podamos reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y por tanto de nuestra espiritualidad (si no se queda en una mera religiosidad). El Papa se dirige a todas las personas de buena voluntad (no solo a los creyentes) que deseen vivir la fraternidad y la solidaridad con los más descartados de la tierra.



Los rostros de los pobres son múltiples y frente a ellos clama al cielo su soledad, su despersonalización, su invisibilidad, su vulnerabilidad, su marginalidad al otro lado de nuestras fronteras personales (aunque sean nuestros vecinos). La capacidad que muchas veces tenemos de enfocar nuestra mirada hacia otra parte, que nos difumine la marginación, el sufrimiento, el dolor y la muerte, nos incapacita para poder vivir la caridad, el amor de este Dios en quien decimos creemos.

La conocida parábola de los talentos, que proclamaremos el domingo de los pobres, nos hará caer en la cuenta de que nada, de lo que pensamos es nuestro, podemos guardarlo en nuestra caja fuerte, solo para nosotros, para nuestro disfrute, pues no es “nuestra posesión” sino la parte que debemos compartir para que dé vida y fructifique. Para que ningún ser de nuestra gran familia se quede sin su proporción de dignidad.

Este 21 de julio de 2020 nos anunciaba el Instituto Nacional de Estadística que 9 millones 700 mil personas en España estaban en riesgo de pobreza y exclusión, con un aumento de la pobreza infantil. Los datos correspondían a la renta del 2018. Quizás ahora, con la crisis del Covid-19, y la quiebra de la economía española, hayamos podido alcanzar, incluso superar, los 10 millones de personas.  Nuestras Caritas se desdoblan para poder asistir cada vez a más necesitados y algunos de ellos, tan sólo hace medio año, no se imaginaban que iban a estar en esta situación.

Tanto la antigua sabiduría de la Biblia, como el ser y el actuar de Jesús, conforman el lema de la jornada de este año: “Tiende tu mano al pobre”, es una llamada a lo más profundo de nuestra espiritualidad, de nuestro seguimiento de Cristo. La ternura, la misericordia, la justicia, la vida fraterna y comunitaria, nos empujan a que nadie se quede en el borde del camino, ni por leproso, ni por apaleado, ni por ciego. Ayudarles es nuestro ministerio. ¡Ánimo y adelante!