El cardenal mexicano Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, compartió en exclusiva para los lectores de Vida Nueva, los que desde su punto de vista, deben ser los cinco propósitos de los católicos para este Año Nuevo 2026.
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El cardenal destacó que en un contexto marcado por la prisa, la incertidumbre y los desafíos sociales que interpelan la vida cotidiana, más que una lista de obligaciones, es necesario tener un camino integral para vivir con sentido y coherencia: cultivar la paz interior, construir relaciones sanas con los demás, asumir con alegría la propia vocación, valorar el trabajo responsable y aprender a descansar de manera equilibrada.
Se trata, dijo, de una espiritualidad encarnada que ayude a los creyentes a vivir su fe con autenticidad, tanto en lo personal como en lo comunitario.
Propósitos de Año Nuevo:
- Estar en paz con Dios y con mi conciencia. Darle a Dios el lugar que le corresponde y no sentirse dios uno mismo. Darle gracias por vivir, por amanecer, por la salud, por los alimentos, por el trabajo, por la familia, por la fe. Tratar de vivir conforme a sus mandamientos, aunque cueste; esto nos trae paz en la conciencia. Participar al menos en la Misa dominical. Con la conciencia tranquila de vivir correctamente, se duerme y se descansa mejor; los alimentos se digieren mejor; hasta la cara nos cambia positivamente. Perdonarse a sí mismo los errores cometidos y tratar de no repetirlos. Sentirse contento con mi cuerpo, con mi apariencia, aunque tratar siempre de mejorarlos, sin obsesiones y sin gastos excesivos. Evitar todo aquello que me quite la tranquilidad interior.
- En cuanto de mí depende, estar en paz con los demás. No causar daño a nadie, no ofender ni molestar a familiares, compañeros, vecinos y amigos; al contrario, tratar de ser amables con todos, ayudarles en cuanto me sea posible y hacerles siempre el bien. Evitar ruidos que molesten a los demás, incluso dentro de la misma casa. Perdonar cuando me han hecho algún mal y devolverles bien por mal; no tomar venganza; si es posible, aclarar las cosas y llegar a acuerdos. Ser comprensivos con los demás y saber disculparles. Si ellos me molestan o me causan algún daño, aclarar lo necesario, sin ofender, perdonarles y no guardarles rencor.
- Estar contentos con ‘mi vocación’. Cada quien con la suya. Los casados, que asuman su matrimonio y su familia como su vocación, no como su suerte o su destino; es algo que ellos escogieron y es lo que le da sentido a su vida y a su trabajo. Los que deciden permanecer solteros, que sea por vocación, no por mala suerte, no porque no encontraron con quien hacer una vida. Que le den fecundidad a su vida en su trabajo, en la atención a su familia, en el servicio a la comunidad. Los que hemos consagrado nuestra vida en una vocación religiosa o sacerdotal, agradecer a Dios que nos llamó y dedicarnos de todo corazón a servir a los demás, con total fidelidad a nuestros compromisos.
- Trabajar mucho. Los flojos no sirven para nada. Los comodinos, tampoco. Dios da de comer a los pajarillos, pero no en el nido; temprano salen a buscar y no se mueren de hambre. Los creativos y dinámicos salen adelante, aunque no lleguen a ser muy ricos. Los acomedidos son siempre aceptados y requeridos. Los conformistas no salen de su situación. Los que se organizan con otros, logran buenos beneficios; los egoístas y ladrones, terminan mal. Los que buscan alternativas de trabajo y procuran estarse capacitando y actualizando, mejoran su economía y son pilares para su familia.
- Saber descansar. Dice la Biblia, en un lenguaje antropomórfico, que hasta Dios descansa. El nos organizó el descanso: hizo el día para trabajar y la noche para descansar. Organizó la semana: seis días para trabajar y uno para descansar. Descansa la naturaleza: no todo el tiempo es invierno, ni todo es verano. Cada quien debe organizar su propio descanso, el de su familia y de sus trabajadores. Unos descansan durmiendo, otros viajando como turistas; unos leyendo o viendo algo en la televisión, otros paseando por ciudades o por montañas; unos platicando con los amigos, otros regalándose unos días de soledad; etc. Hay que ser disciplinados también para descansar y no exagerar los tiempos en forma egoísta e irresponsable. Unos descansamos también haciendo oración: estando en comunicación con Dios, de corazón a corazón. Dios es nuestra paz, nuestra fortaleza y esperanza.