A menudo en la vida cotidiana, ante la noticia que algunos miembros de la familia serán padre y madre, todo adquiere una nueva configuración existencial: abrazos, emociones, temores por el porvenir, nuevos cuidados y atenciones, posiblemente algunas reservas para comunicar la “nueva noticia” por las indicaciones médicas, etc. Los roles comienzan a buscar una nueva manera de expresarse y casi toda la atención pasa ahora por la vida que está, pero esperamos conocerla, tenerla en brazos, apapacharla con gestos de ternura y con miradas que no tienen explicación…
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En la vida de fe, algo similar vivimos desde la Encarnación hasta el nacimiento del Verbo y cuando llega el natalicio todo adquiere una nueva significatividad y configuración existencial: somos los hijos en el Hijo, somos los redimidos por amor, somos los rostros visibles del amor Trinitario y se nos revela que todos somos hermanos en el Dios que nace en Palestina.
1. El Dios de los contrastes
“El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz” (Is. 9, 1)
Pareciera que Navidad manifiesta un criterio de la pedagogía de la Trinidad: ser desconcertante. La liturgia de la Palabra nos presenta este criterio de manera poética como afirma Isaías: Dios se manifiesta incluso en nuestras oscuridades.
Pero, paradoja cristiana, no habla de limpiar ni de purificar, ni de preparar, ni de ser pesebre… ¡Simplemente se manifiesta multiplicando sonrisas, acreciendo la alegría, aumentando el gozo, incluyendo a todas las personas!
Navidad nos revela que Dios transforma sin pedir nada a cambio, se manifiesta mientas caminamos, incluso en senderos en donde no se distingue nada.
Navidad manifiesta que creemos en un Dios que es gracioso, porque nos “ha sido dado”, no lo conquistamos, no hicimos nada para que nazca, porque él asume nuestra manera de vivir y de ser, se encarna y se “hace uno de los nuestros” (Concilio Vaticano II – GS, 1965) (#22).
Navidad hace patente que Dios libera, quita opresiones y opresores. Por lo tanto, una expresión religiosa que sigue al “niño que nos ha sido dado” provoca la gozosa alegría de vivir en libertad y favorece encuentros y estructuras donde las personas se plenifiquen libremente, asumiendo su propio camino (De Vos, Frans, 2019), porque el Verbo nos hace hijos, no esclavos, ni súbditos, ni fieles obsecuentes.
¡Definitivamente, la Trinidad es el Dios de los contrastes!, porque a veces no cuadra con el que decimos seguir o proponer. Esto requiere parresia, para asumir el modo de la Trinidad dejando de lado nuestros esquemas o piedades caducas.
2. El Dios de los gerundios
“Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre” (Lc. 2, 6)
En algunos territorios y mentalidades pastorales, nos presentan (o presentamos) sin sonrojarse que hay que hacer algo extraordinario para que Dios actúe… y Navidad nos revela que lo hace “mientras” realizamos cosas cotidianas como ir un lugar porque el Estado obliga.
Mientras algunos pregonan una dicotomía, Navidad nos presenta a un Dios que se manifiesta “en el mismo lugar” donde convivimos con otras personas, actividades, profesiones, etc. Pareciera que la casa de Dios ya no es un templo, sino la humanidad, no es una estatua sino alguien de carne y hueso.
A veces, en otras diócesis, se opta por funciones o vocaciones como si fueran más consagradas que otras. Navidad nos manifiesta que la vocación más hermosa es “ser plenamente humanos”, porque el Verbo se hace carne, no se hace cura, ni obispo, ni laico, ni religioso… ¡se hace humano!, tan humano que lo podemos encontrar mientras estamos viviendo, auparlo y tenerlo en nuestras manos.
3. El Dios que asume lo humano
Navidad es la fiesta de las generaciones congregadas en torno a la mesa… En muchas familias estará la mesa amplia para recibir a todos los que vengan. En otras, se invitará a aquellos que están solos o a quienes no tienen qué comer o beber. En algunas, quizás sean pocos porque hay más miembros celebrando la Vida eterna danzando pero que han dejado varias sillas vacías. Otras, tal vez, por ruptura de los vínculos humanos no prepare un lugar específico para ir o invitar… ¡En todas esas mesas, y en aquellas que no hemos mencionado, un niño nos ha sido dado”, una luz brilla en esas situaciones! ¡Y Dios se ubica en torno a esas existencias para asumirlas como propias y hacerlas partícipes de su propuesta liberadora!
Y, por otro lado, muchos cristianos predican un seguimiento cuasi esquizofrénico porque piensan que Dios actúa como ellos dicen. ¡El Dios nacido en Palestina, es el que está junto a… no separa, no es meramente espiritual, no aleja lo cotidiano de lo religioso, no opone lo humano, no rechaza la fiesta, ni el gozo, ni los placeres, ni los disfrutes, etc., ¡los asume como propios!, porque el “Verbo se hizo carne…” (Jn. 1, 14).
4. El Dios sinodal
“…y habitó entre nosotros” (Jn. 1, 14) … Navidad es la fiesta en donde los elementos auténticamente humanos verbalizan que Dios está junto a nuestras vidas (idioma, cultura, físico, etc.), porque no es el que exige ser religioso o espiritual para que él se manifieste, porque “se hace uno más. La encarnación hace que todo lo que tiene que ver con nuestra vida sea tenido en cuenta. No puede quedar nada exento. Dios no propone la salvación desde afuera (de Aquino, Tomás – STh I – II, 1998) (q 111, 2 ad. 2), sino junto con…
5. El Dios de la materialidad
Navidad es la fiesta donde la materia expresa, manifiesta, revela, hace patente la presencia de lo trascendente, de lo divino. La espiritualidad cristiana no separa lo que Dios ha unido, por eso, los signos mistagógicos de nuestra fe tienen que ver con lo material: pan que se mastica, vino que se bebe, óleo que impregna, agua que moja, bebé que se deja aupar y nos aúpa, etc.
Si la fe cristiana presenta una dicotomía o separación entre lo material y lo espiritual, es porque aún predomina cierta ideología de algún santo y no estaría impregnada de Evangelio, porque el Dios de Jesús, es el que se manifiesta “recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc. 2, 12).
6. Plegaria
Bendita seas, Trinidad bella, porque tu amor desborda todo criterio.
¡Alabados sean, Padre, Hijo y Espíritu Santo! porque nos aman, porque son bondadosos y graciosos, porque en su infinita misericordia creen en nosotros.
¡Alabada seas por el don de la vida! ¡Vos nos la diste y quisiste dejarnos como co – creadores!
¡Alabada seas porque en tu paternidad/maternidad nos engendraste y nos diste una dignidad inigualable: hijos! Sólo vos lo podés hacer porque sos Amor y nunca nos abandonas.
¡Te alabamos y te bendecimos, porque tu ternura se jugó por la humanidad! Uno de los tuyos, se hizo uno de los nuestros. ¡Qué asombroso, qué profundidad en el amor! ¡Para salvarnos el Hijo se hizo humano!
¡Alabada seas, por la Encarnación, cariño hecho abrazo entre Vos y la humanidad! En aquel momento toda la creación quedó pasmada por semejante acción. El Verbo se hace carne en nuestra historia, en nuestras tinieblas…
¡Alabada seas, porque en la Encarnación, lo viejo quedó destruido y nos diste vida nueva! ¡Porque aprendimos que el amor hace maravillas!
¡Alabada seas, porque en Cristo, somos tus hijos! te metiste en nuestra historia llena de divisiones y odios, de violencia y guerra, miseria y destrucción. Te alabamos porque haces de esta historia oscura un lugar para el encuentro y un espacio para tu manifestación. ¡Te alabamos, porque Él es el Salvador y Señor de Nuestra Historia! (Curia, Christian, 2013)
Feliz navidad, felices porque somos seguidores y testigos del Dios Uno y Trino, el de los contrastes, de los gerundios, que asume lo humano, que es sinodal y se hace visible en lo material.
(PD: Agradecimiento a la diócesis de San Martín, Argentina, por la imagen de recreación del Pesebre con jóvenes haciendo eco del texto de Dilexit Te)
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Trabajos citados
Concilio Vaticano II – Gaudium Et Spes (1965). Obtenido de https://www.vatican.va/
Curia, Christian. (2013). Te creo. Una propuesta pastoral desde Jesús. CABA: Claretiana.
de Aquino, Tomás – STh I – II. (1998). Suma Teológica. CABA: BAC.
De Vos, Frans. (2019). Metodología Catequística. CABA: Claretiana.
