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León XIV pide a la Curia evitar “ser víctimas de la rigidez y la ideología al tratar temas que se refieren a la fe, la liturgia o la moral”

  • El Papa se estrena en el tradicional discurso a sus principales colaboradores con la exhortación ‘Evangelii gaudium’ de Francisco bajo el brazo y reclamando no “agitar los fantasmas de la división”
  • El Pontífice quiere una Iglesia “extrovertida” y “sinodal”, en la que “las estructuras no entorpezcan la carrera del Evangelio”
  • “Su voz profética, su estilo pastoral y su rico magisterio nos han animado a volver a colocar en el centro la misericordia de Dios, a ser una Iglesia alegre y gozosa, acogedora con todos”, dice sobre Bergoglio

El papa León XIV, en su primer discurso de Navidad a la Curia romana

León XIV se estrena en el tradicional discurso de Navidad del Papa a la Curia romana. El Pontífice, guiado por la exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’ de su “querido predecesor”, Francisco, ha recordado a sus principales colaboradores la importancia de la dimensión misionera y de la comunión en la Iglesia.



Al comienzo de su intervención, un recuerdo para Jorge Mario Bergoglio: “Su voz profética, su estilo pastoral y su rico magisterio han marcado el camino de la Iglesia en estos años, animándonos principalmente a volver a colocar en el centro la misericordia de Dios, a dar un mayor impulso a la evangelización, a ser una Iglesia alegre y gozosa, acogedora con todos, atenta a los más pobres”.

La misión

Tras las palabras hacia el Pontífice argentino, Robert Francis Prevost ha comenzado insistiendo en la misión. “La Iglesia es, por naturaleza, extrovertida, abierta al mundo, misionera. Ha recibido de Cristo el don del Espíritu para llevar a todos la buena nueva del amor de Dios”, ha señalado.

En este sentido, “‘Evangelii gaudium’ nos anima a avanzar en la transformación misionera de la Iglesia, que encuentra su fuerza inagotable en el mandato de Cristo Resucitado. Este estado de misión deriva del hecho de que Dios mismo, primero, se puso en camino hacia nosotros y, en Cristo, vino a buscarnos. El primer gran ‘éxodo’, por tanto, es el de Dios, que sale de sí mismo para venir a nuestro encuentro”.

Asimismo, León XIV ha insistido en que “las estructuras no deben entorpecer, detener la carrera del Evangelio o impedir el dinamismo de la evangelización”.

Por eso, “necesitamos una Curia romana cada vez más misionera, donde las instituciones, las oficinas y las tareas estén pensadas atendiendo a los grandes desafíos eclesiales, pastorales y sociales de hoy, y no solo para garantizar la administración ordinaria”, ha aseverado.

El papa León XIV, en su primer discurso de Navidad a la Curia romana

El papa León XIV, en su primer discurso de Navidad a la Curia romana

La comunión

Por otro lado, en referencia a la comunión ha insistido en que se trata de una tarea “urgente” tanto ‘ad intra’ como ‘ad extra’.

“Lo es ‘ad intra’, porque la comunión en la Iglesia permanece siempre como un desafío que nos llama a la conversión. A veces, detrás de una aparente tranquilidad, se agitan los fantasmas de la división. Y estos nos hacen caer en la tentación de oscilar entre dos extremos opuestos: uniformar todo sin valorar las diferencias o, por el contrario, exasperar las diversidades y los puntos de vista en vez de buscar la comunión”, ha señalado.

Y ha continuado: “En las relaciones interpersonales, en las dinámicas internas de las oficinas y los roles, o tratando los temas que se refieren a la fe, la liturgia, la moral y otros, se corre el riesgo de ser víctimas de la rigidez y de la ideología, con las contraposiciones que ello implica. Pero nosotros somos la Iglesia de Cristo, somos sus miembros, su cuerpo. Somos hermanos y hermanas en Él. Y en Cristo, aun siendo muchos y diferentes, somos uno”.

“Estamos llamados también, y sobre todo aquí en la Curia, a ser constructores de la comunión de Cristo, que pide configurarse como Iglesia sinodal, donde todos colaboran y cooperan en la misma misión, cada uno según el propio carisma y el rol recibido. Pero esto se construye, más que con las palabras y los documentos, mediante gestos y actitudes concretos que deben manifestarse en lo cotidiano, también en el ambiente laboral”, ha añadido.

Según sus palabras, “esta amargura en ocasiones se abre camino entre nosotros cuando, quizás después de muchos años ofrecidos al servicio de la Curia, notamos con desilusión que, a algunas dinámicas vinculadas al ejercicio del poder, al afán de sobresalir, al cuidado de los propios intereses, les cuesta cambiar. Y cabe preguntarse: ¿es posible ser amigos en la Curia romana, tener relaciones de amigable fraternidad?”.

Ante esta pregunta, el propio Prevost ha respondido: “En el esfuerzo cotidiano es hermoso cuando encontramos amigos en quienes poder confiar, cuando caen máscaras y engaños, cuando las personas no son usadas y pasadas por encima, cuando hay ayuda mutua, cuando se reconoce a cada uno el propio valor y la propia competencia, evitando generar insatisfacciones y rencores”. “Hay una conversión personal que debemos desear y perseguir, para que en nuestras relaciones pueda transparentarse el amor de Cristo que nos hace hermanos”, ha proseguido.

Como León XIV ha advertido, esto se vuelve un signo también ‘ad extra’, “en un mundo herido por discordias, violencia y conflictos, en el que vemos también un aumento de la agresividad y la rabia, frecuentemente instrumentalizadas por el mundo digital y la política. La Navidad del Señor trae consigo el don de la paz y nos invita a ser un signo profético en un contexto humano y cultural demasiado fragmentado”.

Por eso, “el trabajo de la Curia y el de la Iglesia en general debe pensarse también en este amplio horizonte: no somos pequeños jardineros dedicados a cuidar el propio huerto, sino que somos discípulos y testigos del Reino de Dios, llamados a ser en Cristo fermento de fraternidad universal, entre pueblos distintos, religiones diferentes, entre mujeres y hombres de toda lengua y cultura. Y esto ocurre si somos nosotros los primeros en vivir como hermanos y hacemos brillar en el mundo la luz de la comunión”.

Para completas sus palabras y antes de desear una feliz Navidad, el Papa ha insistido en que “la misión y la comunión son posibles si ponemos a Cristo en el centro”. Y es que “el Jubileo de este año nos ha recordado que solo Él es la esperanza que no declina”, ha subrayado.

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