Los jóvenes de Israel y Palestina sí dialogan… y lo hacen en el Vaticano

Scholas Ocurrentes citó a las nuevas generaciones de ambos Estados para buscar juntos soluciones de paz

Scholas Occurrentes reúne en el Vaticano a jóvenes israelíes y palestinos

Las bombas siempre harán mucho más ruido que dos personas hablando con franqueza. Más aún si son las bombas que caen en Tierra Santa cuya onda expansiva siempre llega a los confines del planeta, desatando movimientos globales y opuestos entre sí.



Por eso, aunque no hayan hecho ruido, hay que gritar a los cuatro vientos que un grupo de jóvenes israelíes y palestinos han decidido romper con la dinámica del enfrentamiento y buscar juntos lo que les une dentro de lo que les separa, mirándose a los ojos y reconociéndose como seres humanos. Y han elegido el Vaticano para hacerlo.

“Suponéis quizá una especie de flor que nace en el desierto, tal y como están ahora las cosas”, dice Vida Nueva al profesor Elitzur Bar-Asher Siegal de la Hebrew University of Jerusalem. “Tal vez seamos una flor… o tal vez, a veces, sus espinas. Porque no pretendemos ser solo una flor. Sobre todo, intentamos ser honestos, capaces de ver el dolor, de debatir, de estudiar y de pensar en cuáles son las alternativas”, responde el académico, que es uno de los responsables de este encuentro en Roma.

Él es el director de Middle Meets, una iniciativa nacida tras los ataques de Hamas contra Israel del 7 de octubre de 2023. Junto a Scholas Ocurrentes, Middle Meets ha propiciado este espacio de encuentro en la Ciudad Eterna para que jóvenes israelíes, palestinos, y también norteamericanos, hablen y, principalmente, se escuchen.

Del 2 al 5 de noviembre todos ellos participaron en la segunda edición del programa Meaning Meets Us. La primera edición de esta iniciativa tuvo lugar en febrero de este año y los jóvenes pudieron conocer al papa Francisco. En esta ocasión, los participantes departieron también con León XIV, quien los animó a seguir construyendo puentes entre personas.

Debate y análisis

Pero, ¿cómo hacerlo cuando solo se ha aplicado política de tierra quemada? El profesor cuenta que estos días de convivencia y diálogo en la sede vaticana de Scholas no han sido un camino de rosas. Como estudiantes universitarios, los chicos han analizado lo que les rodea desde un punto de vista académico, es decir, investigando, debatiendo y analizando las causas y sus consecuencias. Y ello ha comportado también un descubrimiento de las heridas profundas que cada uno carga consigo.

“No ha sido fácil porque los estudiantes sabían que venían a mantener conversaciones complejas. No han venido a pasárselo bien o a evadirse. Han hablado con seriedad de una situación que les produce mucho dolor y lo han hecho con la intención de entender el sufrimiento del otro”, aclara. En el dolor de dos años de guerra y décadas de enfrentamiento, los jóvenes se han encontrado y reconocido. Porque los muertos han sido demasiados y a casi todos ha tocado de una forma u otra este conflicto.

Dos visiones

Sofía levanta los ojos hacia el cielo cuando piensa en el dolor que alberga en su corazón. Tiene 36 años, “soy una de las más veteranas aquí”, dice. Es israelí y se define como judía no practicante. Creció en una localidad cerca de Tel Aviv, junto a árabes. “Siempre he creído en la convivencia”, apostilla.

“Lo que más me duele es la gente que ha muerto por todo esto, las familias destruidas, vengan del lado que vengan. Hay demasiada muerte y la mayoría de esas muertes son de personas que no hicieron nada para merecerlo. Y me duele mucho pensar también en el futuro. Será muy difícil porque hay un gran trauma colectivo”, lamenta. Recuerda con pesar los muertos en Gaza y los miles de desplazados en Israel que llevan dos años viviendo fuera de sus hogares.

Desde el lado palestino, Amir destaca también “el mucho dolor que hay en ambas partes”. Él tiene 24 años y ya había participado en la cita de febrero de Meaning Meets Us. Vive en Israel y confiesa que su dolor es “ver a personas que son exactamente como yo —que podrían haber sido yo— que hablan mi mismo idioma, tienen mis mismas costumbres, mi misma comida, pero viven una vida completamente distinta, una vida de sufrimiento”.

Meter la mano en la herida para tratar de curarla. Es lo que durante cuatro días en Roma han hecho estos jóvenes acompañados por sus profesores. Amir describe que las puestas en común han sido duras. Ha habido muchas lágrimas, discusiones, discrepancias y tragos muy difíciles.

“Pero incluso durante los momentos más emotivos y duros, los estudiantes se miraban entre sí y asentían con la cabeza, como diciendo ‘te entiendo’. Por eso, fue maravilloso ver a tanta gente de orígenes y puntos de vista distintos escucharse mutuamente, incluso cuando alguien decía exactamente lo contrario de lo que tú piensas”, añade este joven palestino.

Scholas Occurrentes reúne en el Vaticano a jóvenes israelíes y palestinos

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Escuchar al diferente

Tanto Sofía como Amir han participado en esta iniciativa como una forma de hacer algo constructivo en medio de una situación imposible. En tiempos de polarización, ambos apuntan que ha sido bueno separarse por unos días de las redes sociales donde “todos leemos lo que queremos leer”, reconoce la joven israelí.

“Es fácil hacer declaraciones, pero es mucho más difícil dar tu tiempo a otras personas. En este grupo realmente estamos los unos para los otros, incluso si no estamos de acuerdo, incluso si no nos gusta lo que el otro dice”, apunta Sofía.

Por su parte, Amir también reconoce que “ya no solemos escuchar otras opiniones”. Él se interesó por este proyecto para dialogar a corazón abierto porque “se sentía avergonzado de no hacer nada”.

“Sentí la responsabilidad de hablar, de compartir mi punto de vista, de no limitarme a ver videos en Instagram de personas siendo asesinadas o sus casas incendiadas, y luego ir a la universidad como si nada. Sentí que debía hablar, ayudar a que la gente entienda lo que realmente está pasando y también escuchar por qué otros piensan como piensan”, explica el joven palestino.

La cita en Roma no ha sido fácil para ninguno de los jóvenes que ha participado en este encuentro, pero ha sido necesaria. Especialmente porque, en un contexto tan tensionado como en el que viven, hasta hablar se ha convertido en un problema, sobre todo, cuando se trata de poner sobre la mesa la necesidad de convivencia y hasta de reconciliación.

Amir relata que muchos compañeros israelíes en la Universidad de Tel Aviv, donde estudia, le comenzaron a negar hasta el saludo después del 7 de octubre.

Sofía cuenta que el mero hecho de hablar de coexistencia es casi un tabú en muchos ambientes: “Incluso hace quince años, podías sentarte a cenar con personas de distintas opiniones, y eso ya no pasa. Cada vez más la gente se encierra en grupos, en mentalidades de ‘nosotros contra ellos.’ En tiempos de conflicto, la gente tiende a proteger a los suyos sin pensar en los del otro lado”.

El papel de las religiones

Hay, sin embargo, un aspecto en el que estos jóvenes discrepan y es en el papel que la religión tiene en el conflicto. Amir opina que no se trata de religión porque hay palestinos cristianos, por ejemplo. “Es más bien una cuestión de origen étnico”, afirma. El análisis de Sofía es bien distinto: “Ambos bandos usan interpretaciones radicales de sus religiones para reclutar gente en su causa”.

Sea cual sea el sustrato del conflicto, todos están cansados de guerra. Por eso, el anhelo de las nuevas generaciones es que, antes o después, se rompa la espiral de violencia. “No tenemos otra opción. En algún momento debemos llegar a una solución. Ambas partes queremos vivir en paz, sin miedo, con tranquilidad”, destaca el palestino.

Para Sofía la esperanza vivirá “mientras haya personas como las de nuestro grupo, interesadas en el diálogo y en reunirse”. Son conscientes de que quizá hagan falta muchas décadas para que suceda lo que tanto desean.

Mientras tanto, el profesor Bar-Asher, con la experiencia que dan los años y quizá las desilusiones, se muestra realista. Dice que es consciente de que iniciativas como esta de Roma no van a cambiar el mundo, “pero sé que las personas que han estado aquí serán personas diferentes. Y eso es lo que queremos lograr”. “¿Aunque sea un grupo pequeño?”, inquirimos. “Sí, no soy iluso. Vivimos en un mundo muy complicado. Simplemente estamos intentando aportar algo de cordura. Al menos tenemos que intentarlo”.

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