Escuchamos y podemos leer que León XIV no le hace ascos a la Teología de la liberación, ni a Gustavo Gutiérrez, su máximo exponente. Dijo así, el Papa: “La forma en que la gente mira hacia atrás a lo que etiquetamos como teología de la liberación, a menudo es errónea e incompleta, porque el Evangelio predica la liberación, nos llama a todos a la Libertad. Entonces, la teología de la liberación, desde la perspectiva de Gustavo Gutiérrez, por ejemplo, es empezar a mirar a través de los ojos de los pobres y con los pobres para entender cómo Dios está en y entre nosotros”. Y, para que no hubiera dudas ni malas interpretaciones, añadió: “No significa necesariamente que estés promoviendo la ideología marxista, aunque algunos la hayan etiquetado así”.
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Tras esto, que ya fue una posición clara, llegó algo así como la confirmación oficial de ese comentario en ‘Dilexi te’ y, debido a ello, algunos andan despistadillos cuando no directamente descolocados. Buscan interpretaciones a algo que no quieren entender, y que nunca han buscado comprender porque descolocaba su visión angelical del evangelio. Querrían que todo hubiera virado en dirección opuesta, sin embargo, eso que tanto ansían no llega y, lo peor, es que ya tienen pruebas de sobra.
No fue la Teología de la Liberación la que colocó a los pobres en el lugar de Jesús. Fue el mismo Jesús cuando dijo que lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis (Mt, 25). Antes de hacerla nuestra, la opción liberadora de los pobres es de Dios.
Doctrina Social de la Iglesia
Cristo en el centro, encarnado y liberador a través de su mensaje y de su propia forma de vida es una realidad mucho más profunda que cualquier tratado de Doctrina Social de la Iglesia.
Criticar, atacar y distorsionar esta nueva puesta bajo los focos de la teología de la liberación no es más que una muestra -muy evidente- de la pobreza teológica en la que algunas personas se mueven porque es la que se ha enseñado durante décadas, sin opción a ver y profundizar en otras lecturas del evangelio y de la realidad. Sin formación, o con una formación muy sesgada que puede llegar a ser peor, el ataque es la única opción posible porque, ya se sabe, la mejor defensa es un buen ataque. Sin embargo, ahora, hay que huir de las espiritualizaciones que vacían de contenido todo aquello que cuestiona, porque lo cómodo es recurrir al ‘siempre ha sido así’ -que en este caso no es verdad- y, además, hacerlo desde un espacio donde la encarnación de Cristo parece que tampoco es entendida. Porque, de serlo, ¿cómo hacerle ver a los pobres el amor de Dios si no es dentro de la encarnación que no excluyó el sufrimiento humano?
La interpretación política -que la tiene- que pudo darse en un principio de la Teología de la liberación, no es la única. Superados ya hace tiempo los excesos de la propia interpretación de esa teología por quienes fueron sus máximos exponentes y, superados los excesos en interpretación contraria por parte del Vaticano, porque de todo hubo, ¿qué tenemos? ¿qué nos queda? Nos queda anunciar a un Dios que libera con un mensaje, el Evangelio, que estamos llamados a dar a conocer individual y comunitariamente como parte de la sanación de una injusticia con muchas caras, que mantiene a muchos hermanos nuestros en formas de vida que no alcanzan ni la subsistencia.
León XIV, durante una audiencia general en la plaza de San Pedro
Desde el evangelio
Lo que León XIV dice en ‘Dilexi te’ no es nuevo. Lo dijo ya la Teología de la liberación y mucho, mucho, mucho antes, el evangelio. Responder y comentarla desde el miedo que provoca la ignorancia al no seguir formándose, leyendo y estudiando teologías que merezcan la pena porque tienen como centro al evangelio, dice muy poco a favor de quienes creen poseer la verdad y, además excluyen de su lenguaje palabras como ‘libertad’, ‘justicia’, ‘revisión de estructuras’…
Por supuesto que la sinodalidad la tienen borrada de su mente y de su corazón porque, de tenerla presente, habría que tener cerca a los pobres, escucharlos -porque tienen mucho que decirnos-, abrazarlos y comprometerse con ellos y para ellos. Esto es la verdadera caridad porque nos permite la vivencia profunda del amor más allá del asistencialismo.
Me preocupa que la voz de León XIV solo vaya descolocando a algunas personas de una cierta tendencia miedosa dentro de la Iglesia. ¿Qué pasa con el resto? ¿Por qué no llega la voz de este Papa? ¿Dónde está su presencia en los medios de comunicación generalistas? ¿Quién está interesado en que no aparezca en ellos? Sería interesante averiguarlo e intentar solucionarlo porque, silenciar o al menos intentar controlar la voz de León XIV, me temo que responde a intereses muy creados.