Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El imposible evangelio del odio


Compartir

Nunca un líder del mundo libre había hecho una llamada tan radical, expresa y de tal alcance al odio como la que Donald Trump hizo en el funeral del activista de ultraderecha Charlie Kirk. La presidencia de cualquier institución tiene entre sus funciones constitutivas el cuidado de la comunión entre todos los participantes. Sin embargo, hace tiempo que parece que se ha prescindido de dicha responsabilidad y no se hace todo lo posible por formar una inmensa mayoría.



El espíritu presidencial ha sido suplantado por el mero caudillismo y eso provoca que solamente una parte se sienta representada, confiada, liderada. Lo que mina la legitimidad de cualquier Gobierno. Al ascender a las presidencias, parece que se gobierna solo para una parte, cada vez con mayor revanchismo, y ya se ha instituido no solamente el papel de la oposición, sino que el Gobierno asume la contraoposición como función crucial para su ejercicio del poder.

Un Dios de venganza

Trump ha llevado el poder presidencial de la mayor democracia del mundo a otro régimen que fomenta el odio expreso y desencadenado, y busca la aniquilación de quien piensa diferente. Dicho en un memorial que su presencia y su Gobierno convirtieron en funeral de Estado, reviste mayor gravedad porque asume el papel de rey de un Dios de venganza.

Washington (United States), 20/01/2025.- Pastor of 180 Church Lorenzo Sewell delivers a benediction

Paula White, una de las principales asistentes religiosas de Trump, declaró recientemente que la Casa Blanca era tierra santa y que desobedecer a este presidente era desobedecer al mismo Dios. El régimen postdemocrático hacia el que avanza Estados Unidos va cobrando los rasgos de una teocracia que manipula el Evangelio para la tiranía.

La ola ultraderechista que inunda el mundo y se pretende cristiana tiene su mayor fuerza de persuasión en el odio. Y el deber de cualquier cristiano es jamás ceder al odio, sino ser, como Dios, solo capaz de amar.