El sacerdote detenido por drogas pidió abandonar su cargo como vicario de Toledo

  • El juez deja libre al presbítero tras acogerse al derecho a no declarar por el suceso protagonizado en Torremolinos
  • La Archidiócesis permanece en “shock”  por un “cura muy eficaz” que hace unos meses empezó a cambiar de comportamiento y a ausentarse de reuniones

Carlos Loriente

El sacerdote toledano Carlos Loriente fue puesto en libertad anoche, después de acogerse a su derecho a no declarar, mientras continua abierta la investigación después de haber sido detenido en Torremolinos por una presunta posesión de drogas.



El suceso protagonizado por el presbítero ha dejado en estado de ‘shock’ al equipo que coordina la Archidiócesis de Toledo. No en vano, hasta hace una semana, Loriente era una de las personas de referencia del equipo del arzobispo Francisco Cerro. Fue el lunes 15 de septiembre cuando era sustituido en su cargo como vicario para el Clero, esto es, como máximo responsable de la Primada de España a la hora de coordinar y acompañar a los más de quinientos curas de la región.

Fin de ciclo

Aunque en las últimas horas se ha especulado sobre la posibilidad de que la Archidiócesis cesara al vicario al tener conocimiento de su complicada situación personal, lo cierto es que no es así. Según ha podido confirmar ‘Vida Nueva’, fue él mismo quien pidió no ser renovado en su responsabilidad después de haber cumplido un ciclo de cuatro años al frente de los presbíteros de Toledo.

Carlos Loriente, vicario para el Clero de Toledo

Carlos Loriente, ex vicario para el Clero de Toledo

La confianza en Loriente y el reconocimiento a su labor era tal que el arzobispo le nombró canónigo de la catedral hace tres meses y no pocos pensaban en Toledo que era el punto de partida para encomendarle una misión mayor en el principal templo de la capital de Castilla-La Mancha.

Varios cambios

Ahora bien, es cierto que desde hace unos meses el comportamiento de Loriente habría cambiado. El hombre, apreciado por su rectitud en los encargos que recibía, comenzó a ausentarse cada vez más de las reuniones y celebraciones a las que era citado. Sin embargo, desde su entorno lo achacaban a una posible enfermedad. El hecho de que en este tiempo se hubiera sometido, siempre según su entorno, a un tratamiento de adelgazamiento, parecía explicar los cambios que se estaban produciendo en él, no solo físicos.

Más allá de este detalle, nadie en la Curia toledana se podía imaginar ni podía prever que acabaría protagonizando un suceso vinculado a la posesión de estupefacientes. Tan solo se dio la voz de alarma en un tiempo más cercano por algún movimiento económico sospechoso, pero esta alerta se encontraba en una fase incipiente de investigación. “De haber constatado algo de manera fehaciente, se habrían tomado medidas antes”, comparte alguien cercano al sacerdote, que está viviendo “con dolor la situación que está atravesando un compañero” al que define como “eficaz, con rectitud y determinante”. 

Preocupación

De hecho, en la Archidiócesis de Toledo, se muestran preocupados por no haber sido capaces de detectar con prontitud la espiral en la que hubiera podido adentrarse Loriente para llegar a este episodio. Ni tan siquiera conocían que estuviera pasando unos días en Torremolinos.

De lo que sí tenían constancia es que hace unas semanas participó en un viaje grupal organizado a Egipto, en el que ninguno de sus compañeros, entre los que se encontraba algún eclesiástico, no notaron comportamiento extraño alguno, sino que se mostró con su afabilidad habitual.

Ante su detención, de puertas para afuera, a través de un comunicado, el Arzobispado de Toledo ha lamentado “profundamente los hechos que han causado la detención” y ha mostrado su “plena confianza en la justicia”, además de pedir perdón “por los daños morales que puedan ocasionar los presuntos delitos de un sacerdote de la archidiócesis”. En paralelo, el equipo de Francisco Cerro ha apartado del ejercicio del ministerio y de su oficio a Loriente y  ha abierto una investigación interna.

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