La Conferencia Episcopal se suma a la marcha ‘Salvemos el mundo rural agredido’ ante el colapso de un sistema “depredador”

La manifestación tendrá lugar el 5 de octubre en Madrid

La Conferencia Episcopal se suma a la marcha ‘Salvemos el mundo rural agredido’ ante el colapso

Como ha anunciado en una nota, el Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española “se suma a la convocatoria de la marcha ‘Salvemos el mundo rural agredido’”, que se celebra el domingo 5 de octubre en Madrid.



Lo hace “no solo para denunciar una lista de problemas que afectan al mundo rural español, sino para señalar la raíz común que los origina: un modelo de desarrollo económico que ha resultado ser depredador y que es urgente y necesario transformar para que realmente sirva a las necesidades de las personas”.

Despoblación estructural

Y es que “el mundo rural viene sufriendo una despoblación estructural, motivada por la falta de oportunidades, tanto en el empleo como en el acceso a servicios públicos esenciales, como la educación, el transporte o la sanidad”.

Todos ellos “síntomas dolorosos de una misma enfermedad: un sistema que ve el territorio rural no como un hogar lleno de vida y cultura, sino como un mero almacén de recursos para explotar sin importar el coste social o ambiental”.

La estela Francisco en Laudato si’

Por todo ello, el apoyo episcopal a la marcha “es mucho más que una queja”. Siguiendo la estela profética de Francisco en Laudato si’, “es una exigencia de una conversión ecológica integral, que une el desarrollo humano con el cuidado del ambiente, en un sistema económico que prime al interés público y la satisfacción de las necesidades de todos sobre los beneficios de algunos”.

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Así, “desde el Magisterio Social de la Iglesia y junto al Movimiento Rural Cristiano, reclamamos a nuestros gobernantes que abandonen el cortoplacismo y las soluciones aparentes. Demandamos políticas valientes que protejan el sector primario sostenible, que inviertan en servicios públicos dignos para el mundo rural, que frenen la especulación y que pongan la vida y el bien común por encima del beneficio de las grandes corporaciones”.

En juego está apostar realmente “por un futuro donde nuestros pueblos y nuestros paisajes sean respetados, cuidados y estén llenos de vida”.

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