“La fe no es una colección de ideas, sino un movimiento: salir, encontrarse, pacificar, tocar la vida de los demás”. Con estas palabras, el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, se dirigió hoy a cuantos le escuchaban en la parroquia de la Virgen de la Paloma, con motivo de la fiesta de la patrona oficiosa de Madrid. El purpurado presidió la eucaristía a la que asistieron, entre otros, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la vicealcaldesa de Madrid, Inmaculada Sanz, y el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín.
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Las altas temperaturas dentro del templo obligaron a Cobo a interrumpir su alocución por el desmayo de una feligresa. Tras la misa, se llevó a cabo el descenso del cuadro de la Virgen que procesionará esta tarde por las calles de la capital, uno de los momentos más esperados y que este año realizará Manuel Cerrillo, bombero de 50 años descendiente de una familia vinculada al cuerpo.
En lo concreto
Remitiéndose a Isabel Tintero, la mujer que descubrió el lienzo de la Virgen de la Soledad en los restos de una cometa con la que jugaban unos niños, el cardenal compartió que, “cuando miramos el rostro de la Virgen de la Paloma, nos unimos a esa cadena de vecinos creyentes que quieren mirar al cielo y aprenden, en lo concreto, a reconocer a María, la mujer de fe que acoge nuestras soledades y las eleva a Dios”.
A continuación, Cobo explicitó que “no es solo esta una fiesta de tradición en medio del calor de agosto, es la oportunidad de sabernos salvados, rescatados de la soledad y de la necesidad de encontrar el sentido de nuestras vidas”.
Llena de Dios
Remitiéndose al Evangelio en el que se relata la visita de María embarazada a su prima Isabel, destacó cómo la Madre de Jesús “no se queda en casa lamentándose o pensando que todo lo malo le pasa a ella y tampoco se evade olvidando sus problemas y encerrándose en su mundo”. Frente a estas actitudes acomodaticias, el arzobispo de Madrid subrayó cómo “llena de Dios, se pone en camino; sube montañas, sale de lo de siempre con un horizonte: portando a Jesús en su vientre va hacia quien le necesita porque pasa por lo mismo que ella”.
Cobo invitó a unos y a otros a “reconocer la centralidad de Dios en lo privado y lo público, en lo económico y lo social”. “Necesitamos volver a mirar al cielo, no para escapar de la tierra, sino para llenarla de luz”, apostilló sobre la necesidad de “buscar la esperanza de Dios que acoge nuestras soledades y dolores”.
Toda vida
En este sentido, recordó cómo Madrid afronta desafíos tales como la soledad y situaciones de “marginación emocional, culpa, rencor y expectativas incumplidas”. Desde ahí hizo un llamamiento a los políticos, a los empresarios, a los ciudadanos de a pie y a los católicos para “ayudar a que la vida, toda vida, toda soledad, sea cuidada en cada rincón de nuestra ciudad”. “Necesitamos que la Iglesia siga teniendo las puertas abiertas a todos: en las casas de los cristianos, en los templos, en las parroquias y en las familias…”, añadió.
“Demos espacio a Dios y llevémoslo a tantos que esperan el alivio de sus soledades en nuestras manos”, insistió, acompañado de otra plegaria: “Pidamos ser una Iglesia y una sociedad que lleven a Cristo deprisa, sin esperar que todo esté perfecto”.
Inocentes y débiles
En su homilía, hizo un llamamiento especial a la paz con soluciones “acordes al derecho internacional” en medio de “un mundo que mira hacia otro lado en medio de polarizaciones y actitudes violentas”. “La guerra golpea a los inocentes y a los débiles; lo vemos hoy especialmente en Gaza, Sudán o Ucrania, o en más de 56 conflictos armados abiertos”, lamentó el cardenal.
Manuel Cerrillo, el bombero encargado de bajar el cuadro de la Virgen de La Paloma. EFE/ Pablo R. Seco
En esta materia, apuntó otro compromiso más: “Trabajemos, cada uno según su responsabilidad, por el fin de la violencia, la protección de los fieles, la defensa de lugares de culto y el acceso pacífico a la ayuda humanitaria”.