En medio de un mundo herido por la guerra, cientos de jóvenes ucranianos peregrinaron a Roma para vivir el Jubileo de los Jóvenes con una certeza en el alma: la esperanza es más fuerte que las bombas. El jueves 31 de julio, la pro-catedral greco-católica de Santa Sofía se convirtió en hogar para los peregrinos que llegaron desde toda Ucrania y desde los países en los que han emigrado con sus familias.
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“Nuestra ciudad está casi siempre bajo ataque. Mis padres viven en Zolochiv, muy cerca de la frontera con Rusia, y me preocupa su seguridad cada día. Pero aquella es nuestra casa y no queremos abandonarla”, dice a Vatican News Tanya, de 17 años y oriunda de Járkov.
Aun así, viajó a Roma “porque este es un peregrinaje, y también porque representamos a nuestro país”. Camina por las calles con la bandera ucraniana sobre los hombros, emocionada por la solidaridad que encuentra: “El Papa ha llamado a este año ‘el año de la esperanza’, y yo llevo esa esperanza dentro: en un futuro mejor para Ucrania, para la paz, para la unidad y para el mundo entero”.
“Poder vivir tranquilos”
Sofía, ucraniana de 17 años que vive en Roma, conoce bien la complejidad del momento: “Hablar de la guerra con mis compatriotas no es fácil. Requiere mucha delicadeza. Pero la paz debería ser algo esencial para todos, no sólo para quienes la sufren directamente”.
Por su parte, Anastasia, de 18 años y procedente de Jersón, apenas logra contener las lágrimas. Su ciudad sigue bajo ataque constante, y hace apenas una semana perdió a su padrastro en el frente. “No quería dejar sola a mi madre, pero ella me dijo que él habría querido que hiciera este viaje”. La paz, dice conmovida, “es poder vivir tranquilos con nuestras familias, sentirnos seguros. Eso es todo lo que pedimos”.