La protesta de un obispo en moto

La historia de los campos de concentración ha iniciado otro capítulo en Estados Unidos, con el plan de construcción de centros de detención para los migrantes deportados por Trump. También el Gobierno de Israel ha confesado su plan de construir un gran campo de concentración para encerrar a los cerca de 400.000 palestinos que calcula no querrán deportarse fuera de Tierra Santa. Su terrible y sarcástico nombre será ‘Ciudad Humanitaria’. También es tremendo el nombre del primer campo de concentración de Trump: ‘Alligator Alcatraz’, construido en un pantano de un parque protegido y que viola todas las leyes medioambientales.

Blindado por militares para 5.000 personas, los primeros testimonios de deportados son terribles: condiciones inhumanas en jaulas, mala alimentación, mosquitos inclementes, goteras, inundaciones junto a cables eléctricos, sin medicamentos, dos emergencias sanitarias diarias, incomunicados, no pueden ejercer derechos jurídicos, no tienen siquiera asistencia religiosa… El Estado gasta en cada deportado de ‘Alligator Alcatraz’ al menos 12.000 dólares al mes, lo que hubiera servido para integrar en la sociedad a esa persona y diez más, cubriendo el salario mínimo. La Iglesia católica ha criticado duramente el centro y se está convirtiendo en un símbolo de resistencia y esperanza contra esta limpieza étnica.

“Su hogar está aquí”

El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, sociólogo, subió a su moto y se dirigió junto con otros 25 motoristas católicos a las puertas de ‘Alligator Alcatraz’. Impedida su entrada, formaron un círculo y rezaron públicamente el rosario ante las cámaras. Un potente símbolo. Wenski criticó el centro y la persecución de migrantes: “Son personas que trabajan duro, intentan forjar un futuro de esperanza para sus hijos, y han contribuido a la prosperidad de nuestra nación durante años, incluso décadas. No hay un hogar al que regresar, porque su hogar está aquí”.