Francesco Ielpo ha hecho su entrada solemne como nuevo Custodio de Tierra Santa en la iglesia de San Salvador de Jerusalén. El acto, marcado por la entrega del sello por parte del padre Francesco Patton, simboliza el inicio oficial de una misión que llega “en el momento quizá más grave que ha vivido esta tierra desde la guerra de 1967, si no desde 1948”, según reconoció el propio Ielpo en declaraciones a Vatican News.
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La situación es dramática: en Gaza se han contabilizado 57.000 muertos en 22 meses, y las posibilidades de una tregua siguen alejadas. En Cisjordania, los ataques de colonos son cada vez más violentos, y la minoría cristiana tampoco se libra. “Es un momento muy difícil, soy consciente de ello. También porque la nuestra no es solo una custodia de lugares sagrados, sino una presencia pastoral viva junto a los cristianos de esta tierra”, señala el fraile.
Asimismo, Ielpo reconoce sentirse pequeño ante la magnitud del reto: “Soy muy consciente del desfase entre la tarea que se me encomienda y los modestos recursos de mi persona. Pero también veo esta brecha como una oportunidad: deja más espacio a la acción del Espíritu Santo. Y confío en esto sobre todo”.
La misión franciscana
El nuevo custodio no llega con un programa rupturista: “Simplemente pretendo moverme en el surco bien trazado por mis predecesores. La Custodia no es el custodio, sino la dedicación, el esfuerzo y los talentos de los más de 300 hermanos que la componen”.
Entre esas prioridades, destacó la internacionalidad de la Custodia —con frailes de más de 50 países— y la vocación misionera franciscana, que se concreta en la acogida de peregrinos, la gestión de las parroquias confiadas por el Patriarcado Latino y, sobre todo, en las 17 escuelas que educan cada año en la paz a miles de estudiantes en Israel y Palestina.
“Las escuelas son, sin duda, el valor añadido de nuestra labor pastoral. Y después están las obras de caridad, destinadas a aliviar el sufrimiento de la población palestina más desfavorecida. Aquí todos estamos implicados, y en particular nuestro Padre Ibrahim Faltas ha puesto en marcha iniciativas muy importantes en favor de los niños durante estos meses de guerra”, subrayó.
“Las olas son altas, pero no debemos dejar de mirar a Jesús”
¿Qué pide Ielpo a los franciscanos que le acompañan en esta misión? “Simplemente que sean buenos hermanos. Con atención al prójimo, pero con la mirada siempre dirigida hacia Cristo”, dice, subrayando que el pasaje del Evangelio que le inspira en este inicio es el de Jesús caminando sobre las aguas: “Hoy, como en tiempos de Jesús, las olas del mar son altas y amenazadoras, el miedo en la barca es grande, pero mirando a Jesús caminar sobre las aguas los temores de los discípulos se disipan. Pedro intenta imitarle, pero parece sucumbir. ¿Por qué? Porque ha dejado de mirar a los ojos de Jesús. Este es mi objetivo personal y el que propongo a nuestros hermanos: mantenernos firmes y sin miedo en las tormentas de este mundo, gracias a la mirada fija en Jesús”.