El proceso sinodal continúa su curso bajo el pontificado de León XIV. Y es que el Papa ha dado su visto bueno a un nuevo documento clave titulado ‘Pistas para la Fase de Implementación del Sínodo’, una hoja de ruta concreta, aprobada tras la primera reunión del nuevo pontífice con el Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo, que aterriza en las diócesis el espíritu y las decisiones del reciente Sínodo de la Sinodalidad.

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“El objetivo ya no es solo discernir, sino poner en práctica”, señala el texto, que propone un horizonte claro: caminar juntos durante los próximos tres años (2025-2028) hacia una Iglesia más participativa, corresponsable y misionera. Además, el escrito explica que León XIV ha añadido dos nuevas comisiones a las diez implementadas por Francisco: una de Liturgia y otra sobre los estatutos de las conferencias episcopales y los sínodos locales.

De Roma a las parroquias

Según establece el documento, la implementación se divide en tres etapas. En la primera (2025-2026), se pondrá en práctica el Sínodo de forma local en diócesis y parroquias. Además, como primer gran paso, el Vaticano organizará un Jubileo de los equipos sinodales del mundo del 24 al 26 de octubre de 2025.

En la fase 2 (2027) se llevará a cabo una evaluación a nivel diocesano y nacional; y en la fase 3 (2028) se centrará e el discernimiento continental y tendrá lugar la nueva celebración de una nueva Asamblea en Roma.

“La finalidad es que cada Iglesia particular reciba el impulso sinodal con creatividad, pero también con fidelidad al camino común recorrido”, se lee en el documento. En este sentido, León XIV, que en sus primeras intervenciones ha subrayado la centralidad de una Iglesia “más fraterna, más libre y más evangélica”, respalda el texto como parte del legado que deja el pontificado de Francisco.

Sínodo de la Sinodalidad 2024

¿Qué cambia ahora?

Las “Pistas” no imponen un programa uniforme, pero piden que cada diócesis constituya un equipo de implementación. Este equipo debe acompañar la reflexión pastoral y fortalecer los organismos de participación ya existentes, como los consejos pastorales y presbiterales.

El texto insiste en que el proceso “no consiste en elaborar nuevos documentos”, sino en vivir el Evangelio en comunidad: “La sinodalidad es una forma de ser Iglesia, no una moda pasajera”. También propone que las conferencias episcopales ofrezcan formación, recursos y espacios de escucha mutua.

Asimismo, la Secretaría del Sínodo recuerda que el gran desafío es que la sinodalidad no se quede en una palabra repetida sin contenido. Por eso, insiste en que todo lo aprendido durante la fase consultiva se traduzca ahora en decisiones concretas: “Cuidar los procesos, discernir juntos, abrir espacios reales de escucha y tomar decisiones colegiadas”, son algunas de las claves señaladas.

Además, el texto recalca que la sinodalidad no es tarea exclusiva de los obispos o expertos, sino que implica a todo el Pueblo de Dios. Por eso, los laicos, las mujeres, los jóvenes, los pobres y los consagrados están llamados a tener un rol real y activo en esta nueva etapa.

En este sentido, el documento aborda extensamente las tareas de la Secretaría General del Sínodo, la cual, según se afirma, se compromete a permanecer siempre abierta a escuchar las necesidades, intuiciones y propuestas de las Iglesias locales, facilitar su trabajo y responder a las solicitudes de contenido y metodología. Con este fin, se promoverán conferencias, seminarios de estudio y momentos de reflexión compartida.