Una de las causas de que se dé el fenómeno de victimización de EEUU a pesar de ser la nación más rica del mundo (en términos de PIB), tiene que ver con la desigual distribución que tiene su renta en el interior de sus fronteras. Si bien el conjunto de la nación se ha beneficiado con la organización internacional hasta este momento, hay muchas personas que no solo no participan de esa mejora, sino que, además, se han visto perjudicadas por los cambios que se han dado durante los últimos años. El gran número de cascos de la construcción que hubo en la presentación que hizo Trump de los nuevos aranceles, no hizo más que mostrar esta realidad.
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Que a un país le vaya bien en términos macroeconómicos, no supone que a todos sus ciudadanos les vaya bien. La deslocalización de la producción que han llevado a cabo muchas empresas estadounidenses ha dejado sin trabajo a muchos trabajadores. La explicación ha sido siempre que es el peaje a pagar para el progreso. La evolución de la sociedad es la que hace que haya personas que se queden sin empleo y que las cosas dejen de producirse en EEUU. La explicación es una mezcla de fatalismo y de determinismo. Ante las fuerzas económicas no hay nada que hacer, los mercados son los que dejan sin empleo a todas estas personas. Quien no triunfa en un mercado es porque no ha sabido hacer bien las cosas.
A esto hay que añadir la concepción que tienen muchos de los triunfadores de que quienes fracasan lo hacen porque no se “ponen en el lado correcto de la historia”. Es decir, cómo aquellos que están en el pensamiento mayoritario menosprecian a quienes no están en él, a quienes tienen unas ideas diferentes, considerándolos como gente que vive en el pasado, que no se da cuenta de las nuevas realidades. Este desprecio por quien piensa diferente y la desigualdad económica crean un cóctel de menospreciados que se ven apartados de las líneas predominantes.
Hacer bandera
Cuando un sistema económico deja a un lado a unos colectivos importantes y a unas ideas de una parte de la población, no es extraño que alguien haga bandera de ellos. No es solo el interés de quien quiere utilizarlos, sino la dejadez de los otros los que hacen que queden a la disposición de unas determinadas corrientes políticas.
Las desigualdades económicas y el menosprecio intelectual y físico ante determinadas ideas, son quienes llevan a mucha gente a buscar a aquellos que hacen bandera de lo que ellos son o piensan. Se sienten víctimas de un sistema que los deja a un lado, que los menosprecia. Echar la culpa a quien no es como uno, al que es diferente, y querer recuperar el orgullo de lo que se es, es la consecuencia de estos problemas. El camino para contrarrestar esto no pasa por hacer lo mismo, por despreciar a quienes así piensan, sino preocuparse por los desplazados y respetar las ideas diferentes, aunque pensemos que no son tan buenas como las nuestras.
