Las mujeres, con voto en la Iglesia solo gracias al papa Francisco

Jorge Mario Bergoglio, muerto hoy, ha puesto en marcha un cambio estructural en la Iglesia a partir del Sínodo de la Sinodalidad: las mujeres tienen voz… y voto

Sínodo de la Sinodalidad. Mujeres

El papa Francisco ha muerto hoy. Será su sucesor el que deba discernir si ahonda o no en ese camino abierto por Jorge Mario Bergoglio, pero qué duda cabe de que el Pontífice argentino ha iniciado un proceso histórico: la implicación de las mujeres en la toma de decisiones en la Iglesia. Y es que, con él, las mujeres ya no solo tienen voz, sino también voto.



Un cambio estructural que el Papa ha puesto en marcha a partir del Sínodo de la Sinodalidad, que ha tenido dos fases en Roma, en octubre de 2023 y 2024. En ambas, por primera vez en la bimilenaria historia eclesial, las mujeres no solo estuvieron en el aula sinodal, participando de igual a igual, sino que su voto valió exactamente lo mismo que los de los hombres en los sufragios de todos los puntos que configuraron el ‘Documento final’.

Parte del magisterio pontificio

Algo de esencial importancia, pues, significativamente, el Papa decidió no elaborar exhortación alguna a partir del ‘Documento final’ (como siempre ocurre tras todos los sínodos), sino que asumió este texto consensuado de un modo total y como parte de su magisterio pontificio.

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En la primera cita de la asamblea sinodal, en octubre de 2023, hubo un total 54 mujeres entre los 364 miembros con derecho a voto. En la de 2024, de los 368 miembros, hubo 45 mujeres con derecho a voto.

Nombramientos importantes

En los últimos meses, además, hemos visto como la religiosa Simona Brambilla se ha convertido en prefecta del Dicasterio de la Vida Consagrada, siendo la primera mujer en dirigir un ‘ministerio’ vaticano. Además, la también monja italiana Raffaella Petrini se ha convertido en la presidenta del ‘Governatorato de la Santa Sede. También es la primera mujer en ser ‘alcaldesa’ vaticana.

Y es que, como ha repetido varias veces Bergoglio, “el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales”.

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