¿Cómo es la aritmética bíblica?


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En la primera lectura litúrgica de la solemnidad de Todos los Santos, el 1 de noviembre, se escuchaba: “Vi después a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: ‘No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios’. Oí también el número de los sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel” (Ap 7,2-4).



Es sabido que algunos creyentes han interpretado esa cifra de ciento cuarenta y cuatro mil de forma literal. En ese caso, el resultado no deja de ser bastante ridículo: si solo se salvan los ciento cuarenta y cuatro mil sellados de los que habla el texto, entonces la salvación divina sería muy cicatera. Tan solo hoy habitamos la Tierra más de siete mil millones de personas, a las que habría que sumar todas aquellas que en el mundo han sido y lo serán en el futuro.

Cifra simbólica

Es evidente, por tanto, que esa cifra solo puede ser interpretada simbólicamente, en cuyo caso su sentido queda considerablemente enriquecido. Esa cifra sale de la valoración simbólica del número doce, que es la cifra que representa al pueblo. Así, multiplicar doce por doce (probablemente, doce tribus de Israel por doce apóstoles) es hablar ya de una multitud incontable, total. Por si hubiera dudas, el resultado se multiplica por mil, que la Biblia utiliza para aumentar hasta lo indecible la cantidad de la que se trata. Así, el sentido de esos ciento cuarenta y cuatro mil es una cantidad, literalmente, incalculable.

números

En el Apocalipsis aparece dos veces otra cifra misteriosa: mil doscientos sesenta: en el cap. 11, dos testigos de Dios tienen que predicar mil doscientos sesenta días, y mil doscientos sesenta días será alimentada en el desierto la mujer vestida de sol del cap. 12. Esa cifra de mil doscientos sesenta días corresponde a tres años y medio, contando doce meses de treinta días. Pero, probablemente, lo importante es fijarse en los “tres y medio”, que es la mitad de siete, una cifra que en la Biblia apunta a la totalidad; así, tres y medio se referiría a un tiempo breve.

Hablando de la apocalíptica, el padre Luis Alonso Schökel decía que lo que se escribe con imaginación hay que leerlo también con imaginación. Aunque a nosotros, occidentales, nos cueste asumirlo, en muchas ocasiones las cifras en la Biblia no significan lo que parece.