Omella: “La Iglesia no está para hacer manifestaciones, sino para anunciar el Evangelio”

  • El cardenal arzobispo de Barcelona denuncia en un coloquio de La Vanguardia “el bombardeo moral e injerencia social al ideario cristiano que se está metiendo en nuestra sociedad”
  • “¡Qué prisas hay!”, lamentó el presidente del Episcopado sobre la ley trans, apelando a un mayor consenso y diálogo a los políticos

Repartió juego. A diestra y siniestra. O como él prefiere decirlo, supo “capear”. No el temporal. Sino echando mano de capote y muleta, que no de estoque. Porque hubo un día que el hoy cardenal Juan José Omella hubo que soñó con ser torero, como casi todos los niños de Cretas,  al ver cómo triunfaba en las plazas su paisano Nicanor Villalta. Ayer por la tarde, hizo lo propio en el coloquio organizado por el diario La Vanguardia en el auditori MGS en Barcelona, al responder durante prácticamente una hora y media a las preguntas de Ramon Rovira, adjunto a la presidencia y director de Relaciones Institucionales del Grupo Godó, Enric Juliana, director adjunto del diario catalán, y Jordi Basté, director de El Món a RAC1.



Ante un tercer grado más que distendido, el presidente del Episcopado y arzobispo de Barcelona lo mismo se refirió a la necesidad de un consenso urgente para sacar adelante la reforma del Consejo General del Poder Judicial que compartió cómo le impactó el testimonio de conversión de uno de los participantes de la Peregrinación Europea de Jóvenes celebrada este verano en Santiago.

Política adoctrinadora

“Estamos en un mundo necesitado de esperanza y Jesucristo es el Camino”, lanzó en una alocución inicial como declaración de intenciones en la que hizo un llamamiento para “no esconder la belleza del Evangelio”. A la par, denunció “el bombardeo moral e injerencia social al ideario cristiano que se está metiendo en nuestra sociedad” y criticó cómo “la política a está adoctrinando a la gente con nuevos paradigmas para cambiar las raíces profundamente cristianas”.

Así no dudó en condenar el aborto, subrayando que hoy por hoy “es más peligroso destruir el huevo de un águila real que la vida de un niño que va a nacer”. En relación a la ley trans, señaló que son “temas tan delicados profundos y humanos que hay que reflexionar y consensuar mucho con todas las instituciones, especialistas y afectados antes de dar un paso”.

Acuerdos por consenso

En esto y en todo, propongo escucharnos unos a otros y aplicar la sinodalidad a la que nos llama el Papa: que no lleguemos a acuerdos por votación sino por consenso”, sugirió. “¡Qué prisa hay!”, exclamó después, apelando a la necesidad de abordar con madurez la cuestión y, sobre todo, de “dar respuesta de verdad al sufrimiento de los jóvenes”.

Sobre el papel eclesial en este contexto, apreció que “la Iglesia no está para hacer manifestaciones, sino para hacer el anuncio del Evangelio”. “Y si alguna vez hay que hacer una manifestación, que sea siempre en defensa de los pobres y de los derechos humanos”, añadió a renglón seguido.

Oraciones por el Gobierno

“No solo rezo por Pedro Sanchez y por todos los gobernantes como hemos hecho desde siempre en la Iglesia”, comentó su relación con el actual Gobierno de coalición, destacando que su principal interlocutor es el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. “Siempre le he dicho al Gobierno -continuó- que no vamos en contra de nadie, sino que prestamos nuestra ayuda, colaborar con tordas las instituciones por el bien de la sociedad española”.

A partir de ahí, hizo un repaso sobre las principales líneas de acción del pontificado de Francisco que hizo suyas, desde la condena a “una tercera guerra mundial unida a una guerra psicológica” a la ecología integral, pero, sobre todo, deteniéndose en la llamada papal a recuperar “la alegría y la esperanza”.

La oposición a Francisco

 “¡Qué Papa no ha tenido oposición! Pablo VI el pobre se las tragó duras con conferencias episcopales en contra…”, señaló, restando importancia a los críticos con el pontificado del jesuita argentino. Preguntado por las resistencias existentes en parte del Episcopado español, entre bromas dejó caer que “algunos no están de acuerdo y están un poco peleones”. “Cuando le pregunté al Papa cómo aguantaba la presión, me dio la clave: rezo por ellos. Y eso es lo que hago yo”, compartió el purpurado que apreció que “es bueno que unos y otros nos critiquen, porque así no se nos sube el poder”.

Preguntado sobre su posición en torno a la ordenación de las mujeres, apuntó que “Juan Pablo II ya dijo que está cerrado”. “Una cosa es el sacramento del orden y otra, el gobierno. Para el tema de dirección y organización el Papa ha abierto las puertas de dar más responsabilidad a las mujeres”, defendió el purpurado.

Contra los abusos

Con la lacra de los abusos sobre la mesa, Omella reiteró su perdón a las víctimas, subrayó sobre la necesidad de que toda la sociedad se comprometa en esta lucha, pero reconoció que “la Iglesia tiene que hilar más fino porque tiene una autoridad moral”. “Tenemos que educar más en el tema del amor y de la sexualidad”, expuso sobre una mayor formación en este ámbito, especialmente con los jóvenes y seminaristas.

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