Francisco: “Un mundo libre de armas nucleares es tan necesario como posible”

El Papa ha enviado un mensaje a los participantes en la Primera Reunión de los Estados Partes en el Tratado sobre la Proscripción de las Armas Nucleares

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Alcanzar un tratado que prohiba las armas nucleares parece, para el papa Francisco, una decisión “cada vez más oportuna”. Sobre todo “en este momento particular de la historia donde el mundo parece estar en una encrucijada”. Así lo ha leído, del mensaje enviado por el Pontífice, Paul R. Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y Organizaciones Internacionales del Vaticano a los participantes en la Primera Reunión de los Estados Partes en el Tratado sobre la Proscripción de las Armas Nucleares, que ha tenido lugar en Viena este martes.



“De hecho, esta reunión tiene lugar en un momento que inevitablemente exige una reflexión más profunda sobre la seguridad y la paz”, afirma el Papa en su mensaje, convencido de que “la paz es indivisible, y para que sea verdaderamente justa y duradera, tiene que ser universal“. “Es un razonamiento engañoso y contraproducente pensar que la seguridad y la paz de unos están desconectadas de la seguridad y la paz colectivas de los demás”, asevera.

Asimismo, ha expresado que la Santa Sede no tiene ninguna duda de que un mundo libre de armas nucleares es “tan necesario como posible”, ya que “en un sistema de seguridad colectiva no hay lugar para las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva”. Sobre todo, teniendo en cuenta “las catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales que se derivarían de cualquier uso de armas nucleares, con efectos devastadores, indiscriminados e incontenibles, en el tiempo y el espacio”. “Tampoco podemos ignorar la precariedad derivada del simple mantenimiento de estas armas: el riesgo de accidentes, involuntarios o no, que pueden dar lugar a escenarios muy preocupantes“, recuerda el Papa.

Mucho más que una obligación legal

“Los tratados de desarme existentes son más que simples obligaciones legales. Son también compromisos morales basados ​​en la confianza entre los Estados y entre sus representantes, arraigados en la confianza que los ciudadanos depositan en sus gobiernos, con consecuencias éticas para las generaciones presentes y futuras de la humanidad”, apunta Francisco.

“Por su parte”, ha concluido, alentando a trabajar por este tratado, “la Iglesia católica mantiene un compromiso irrevocable con la promoción de la paz entre los pueblos y naciones y el fomento de la educación para la paz en todas sus instituciones. Este es un deber al que la Iglesia se siente obligada ante Dios y ante todos los hombres y mujeres de nuestro mundo”.

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