Luis es el símbolo de la resistencia pacífica, del amor a la tierra y al cielo que le dan cobijo. Su sonrisa contagia esperanza y ánimo para seguir luchando por los más nobles ideales de todos los tiempos.
Como fan de sus canciones, me atrevo a decirles que han caído en la tentación de saborear el azúcar amargo del Central Romana (CR), que, desde hace décadas, viola la dignidad de sus picadores de caña.
Desde finales de 2023, el Gobierno dominicano ha venido endureciendo sus políticas migratorias, con operativos de detención más frecuentes, deportaciones masivas y un clima creciente de hostilidad hacia la población haitiana y de ascendencia haitiana.
Por el temor a ser apresada y deportada, como tantas otras mujeres haitianas embarazadas en hospitales públicos, Lourdia se quedó en casa. Allí, sola, dio a luz en el piso y falleció desangrada.
Central Romana y el Grupo Vicini dañan la imagen sagrada de Dios en las personas cuando destruyen sus casas, les roban su tierra y mantienen en régimen de esclavitud, de sol a sol, a sus braceros.
El 27 de marzo llegaron varias personas uniformadas a la Comunidad de Villa Guerrero a cantar el mismo estribillo de siempre y amedrentar a las 63 familias que viven allí apaciblemente desde hace años.
De entre todas las crisis que vivimos, cabe destacar la llamada crisis de las utopías. (...) El neoliberalismo se ha impuesto como la única utopía posible y realista sobre todas las utopías de corte comunitario o social.
En la noche se turnan para permanecer en vela por si viene la camiona de la migra y así salir corriendo a esconderse en la caña, pues, aunque los niños han nacido aquí, su mamá no tiene documentos
Se obedecen órdenes de un despacho preñado de odio indiferente a los gritos sordos de los niños que nunca entenderán cómo violentan sus casas en la noche, cazando descalzos y medio desnudos a sus papás
Sigue el trabajo forzoso e infantil a la vez que pagan a los medios de comunicación para ensalzar sus obras sociales, que son financiadas solidariamente por organismos internacionales.
Pronto salió con fuerza el arcoíris de la esperanza que hizo olvidar tanta destrucción. El huracán Fiona no podía tumbar tantos corazones y mentes solidarias que se unieron con el firme propósito de reconstruir lo que se había perdido.
Cuando los policías expulsan a los braceros lo hacen sin pararse a pensar que realmente los haitianos nacidos en los bateyes tampoco son haitianos. Nunca han estado en Haití ni hay nada que los vincule a ese país, salvo sus ancestros. Aquel país tampoco les reconoce. Viven en el limbo.