Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

¿Y ahora qué? Un futuro rizomático de tres patas y más


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Después de la pandemia, los estallidos sociales, económicos y políticos en diferentes partes del mundo, los evidentes cambios climáticos y sus peligros, los conflictos migratorios, las crisis institucionales, la falta de liderazgos, la desacreditación de la Iglesia católica y un sinfín de problemáticas personales, sociales y mundiales bien vale preguntarse qué viene ahora. Qué se puede esperar de una humanidad tan golpeada, desorientada, dividida, desigual y empapada de un paradigma que deja mucho que desear. Nuevas cepas del coronavirus vienen a desalentar cualquier ánimo de volver a la normalidad…



La intuición me dice que no podemos esperar un solo futuro ni una sola realidad después de este canal de parto que tanto sufrimiento y muerte ha traído, en especial a los más pobres y marginados. Se acabó la realidad monolítica, uniforme, medible y pareja para todos. Más bien nos podríamos acercar a un futuro en forma de rizoma o como esas papas de jengibre que están llenas de tubérculos, raíces y laberintos. El futuro será altamente complejo, con miles de dimensiones que se intersectarán como los hilos de una red en múltiples direcciones. No habrá una sola percepción de lo que se viva, sino que ésta dependerá del lugar, estado y los recursos con que se cuente dentro de esta papa de “Jengibre” mundial. Habrá espacios más luminosos, esperanzadores y llenos de bondad donde lo mejor del ser humano se podrá manifestar. Pero también existirán núcleos sórdidos de perversión y maldad que convivirán con los demás. Mucho también dependerá de nuestra actitud para enfrentar los cambios y la fe que tengamos en la conducción de Dios de tanta transformación y diversidad de la realidad.

coronavirus, desescalada

Siendo simplistas –solo por la extensión de este artículo– podríamos decir que después de este parto habrá una humanidad con al menos tres cabezas diferentes que podemos describir. Ciertamente son muchas más, pero serán las mezclas entre estas tres grandes corrientes de vida lo que se nos vendrá:

1. Los que seguirán optando por la oscuridad

Como siempre serán pocos, pero harán mucho ruido, daño y llevarán la pauta en las tecnologías de la comunicación por un buen tiempo todavía. En ese manejo de la información radica su poder para establecer el terror y manipular al resto a su favor. Con ello no me refiero solamente a los grupos organizados sino a todos aquellos que no creen en el amor, no lo han conocido y ven como única opción la violencia, el individualismo, el acaparar y la depredación de la creación y de los demás como su medio de supervivencia. Serán la constante tensión y dolor de todos y habrá que tener fe y astucia para poderlos sobrellevar. Su aspecto “positivo” si es que se lo podemos conceder, es el desafío permanente de resistencia y creatividad que producen en los que desean el bien común y la felicidad de la humanidad. Son cables a tierra que tensionan la incipiente paz y pequeños aprendizajes que vamos dando en medio de la tempestad. Ponen la cuota de caos y inconfort que permite que nazcan proyectos nuevos y modos de relación más humanos en los que los que los desean contrarrestar.

2. La masa del medio

Una inmensa mayoría de la humanidad seguirá sobreviviendo inconsciente e impotente de su destino, siendo presa fácil de la corriente política, ideológica, económica y social que domine sobre las demás. Son aquellos que pueden convertirse a la oscuridad con mucha facilidad o bien pasar al bando de la luz, si tienen la oportunidad, la formación y buenos líderes que los puedan guiar. Muchos son genuinamente buenos, pero sin preparación ni cultivo de su espíritu, siendo víctimas de la manipulación de los que habitan en la oscuridad. Su aspecto esperanzador es que son muchísimos y con una propuesta profunda y atractiva, les podemos encantar y traer al Reino de Dios. Siempre serán muy vulnerables a la influencia de los demás, por lo que exigirán grandes esfuerzos de seguimiento y acompañamiento continuo.

3. Los convertidos y portadores de una nueva humanidad

Como siempre también serán pocos, harán poco ruido de sus acciones y vivirán en mayor armonía consigo mismos, con los demás y con la creación, pero se comenzarán a organizar por necesidad. Serán como los Anawin de la antigüedad, conservando la sabiduría y la riqueza de la humanidad. Asumirán diferentes carismas y misiones en pro de los demás, al brindar esperanza por su nuevo modo de vincular. Serán líderes espirituales que irán permeando lentamente la cultura al cambiar el paradigma por uno más fraterno, amoroso, colaborativo y circular. Serán levadura en la masa y resguardarán el tesoro del saber, la ciencia y la tecnología para promover la justicia, el amor y la paz. Hoy todos estos están trabajando en silencio, como el invierno lo hace con la naturaleza, sin aplausos ni links de las redes sociales, pero su impacto en el corazón afligido de tantos no se olvida ya que produce la revitalización de la humanidad. Son pequeñas antorchas que iluminan sus círculos con entrega y gratuidad y si las pudiéramos ver desde arriba, están dispersas y trabajando activamente en todo el rizoma de la realidad actual. Maestros, doctores, abuelas, artistas, discapacitados, defensores de la diversidad, padres y madres, jóvenes, profesionales, técnicos de diferente condición y edad están armando un pequeño pero heroico ejército capaz de encender con su energía a los demás. Personas anónimas que no descansan en dar testimonio que la vida y el amor son más fuertes y poderosos que cualquier temor o enfermedad.

De estas tres cabezas surgirán múltiples hijos e hijas de las cuales pende el destino de todos. Sería interesante reconocer dónde nos vamos a ubicar y cómo podemos promover concretamente a todos aquellas/os que se pusieron la camiseta de la esperanza y de la fraternidad.