Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

Como humo de cigarrillo


Compartir

Nunca he fumado; ni siquiera sé fumar; no me llamó jamás la atención el hacerlo y pasé toda mi adolescencia y universidad sin caer en la tentación del vicio. Ahora menos. Sin embargo, siempre me vi rodeada de amigas y compañeras que eran como chimeneas industriales. Un cigarro tras otro, entre medio de todos los libros y exámenes. Nunca me voy a olvidar cuando preparando mi examen de grado, cuando ya estaba de unos seis meses de embarazo, el doctor me llamó la atención sobre mi placenta. En la ecografía aparecían miles de puntitos brillantes que indicaban que yo era una fumadora empedernida. Acusando mi total inocencia, el doctor me contó que eso era lo normal por el ambiente en que vivía. Era una fumadora pasiva y tenía el humo del cigarro impregnado hasta lo más profundo de mi corporalidad.



¡Hasta el día de hoy cuando uno puede salir y va a algún lugar donde permiten fumar… nada qué hacer! La ropa, el pelo, hasta la piel queda pasada a humo de cigarrillo. Pareciera que la nicotina se me pega por todos lados y pasa a ser cosa mía de la que no me puedo despegar.

A dónde voy con todo esto. Tranquilos fumadores, no es una campaña antitabaco; no por ahora, al menos, ya que todos sabemos el daño que nos hacemos. Solo quiero usar esta imagen para invitarlos a una locura. Otra más…

Qué pasaría si a partir de ahora nos convertimos en nicotina “de amor” para otros; en verdaderos Re-evolucionarios Amoristas en acción, impregnando en nuestros contextos algo distinto a la desesperanza, mal humor y languidecimiento colectivo que se instaló. Que todas nuestras palabras, actos y pensamientos impregnen a los demás de un “olor” imposible de sacar, contagioso, que deje huellas cuando ya nos hayamos ido de ilusión, esperanza, amor, buen humor y aprendizajes de todo lo que pasó. Yo creo que la intención la tenemos todos; en general siempre queremos ser buenas personas y actuar bien, pero a poco andar se nos olvida y no es que seamos malos, ni que digamos pesadeces, pero pasamos como uno más o bien nos sumamos a la mala vibración general. La idea es ser pegote como el humo de cigarrillo y cambiar la atmósfera pandémica por una de mejor aroma y sabor. La pregunta entonces es cómo.

Algunas pistas

Un autor mexicano, el doctor Miguel Ruiz nos da algunas pistas que pueden ayudar a convertirnos en “nicotinas” de buena energía para este mundo que tanto lo necesita, en especial en tiempos de cuarentenas y estrés acumulado. Son cuatro acuerdos que podemos hacer conscientes:

  • Primer Acuerdo: Sé impecable con tus palabras. Lo que sale de tu boca es lo que eres. Todas las palabras que piensas y que dices tienen un efecto creador. Por eso habla con integridad, amorosidad, ternura, cuidado, respeto, empatía y tolerancia total. Evita hablar contra ti mismo y hablar mal sobre los demás, evita llenar las redes sociales de mensajes tóxicos, no reenvíes lo malo, no repliques lo que desconoces su fuente y sí utiliza toda la tecnología existente para hacer grandes nubes de consuelo, alivio, contención y ayuda para tantos que lo necesitan hoy. Utiliza el poder de tus palabras para avanzar en la dirección de la verdad, la justicia, la paz y el amor. Las palabras son mágicas: Con una sola palabra puedes cambiar una vida o destruirla.
  • Segundo Acuerdo: No hagas suposiciones. Encuentra la valentía necesaria para preguntar y expresar lo que realmente quieres. Comunícate con los demás tan claramente como puedas, a fin de evitar malentendidos, tristezas y dramas. Solo con este acuerdo transformarás tu vida por completo, el día que no haga suposiciones, te comunicaras con habilidad y claridad y tus palabras se volverán impecables. Si tienes una duda aclárala y corta las “filmaciones” internas. Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma y que no tienen fundamento.
  • Tercer Acuerdo: No te tomes nada a “la personal”. Lo que los demás dicen y hacen es una proyección de su propia realidad. Casi nada de lo que dicen o hacen, lo hacen contra ti, sino que lo forman desde su propia visión del mundo, del conjunto de sus vivencias, abundancias o carencias. Cuando seas inmune a las opiniones y los actos de los demás, podrás navegar frente a las críticas y las alabanzas, fundando tu valor personal en quién eres, no en quien dicen que eres.
  • Cuarto Acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas. Lo máximo que puedas hacer cambiará de un momento a otro; será distinto cuando estés sano que cuando estés enfermo. Bajo cualquier circunstancia, haz sencillamente lo máximo que puedas, y de este modo evitarás juzgarte, maltratarte y lamentarte. No hagas más allá de lo que puedas ni menos de lo que puedes.

Todo suena lindo y posible, pero desde la propia experiencia creo que lo mejor es partir por el cuarto, tratando cada día de aportar lo mejor de nosotros mismos, dentro de nuestra fragilidad. Cada día nos vamos a equivocar, pero que nuestra intención sea buena y los resultados soltarlos al más allá. Paso a paso, podremos ir conquistando los otros tres acuerdos para convertirnos en “Amoristas Puros” que sólo irradian esperanza, alegría y paz. Lo importante es ser conscientes de la urgente necesidad que todos tenemos de sentirnos amados y amar; todos estamos hartos de desconfianza, peleas, violencia y desigualdad.

Poco a poco, podemos empezar a aspirar el amor que guía todo esto que no es otro que Dios. Poco a poco podemos empezar a “pegar” en todos lados este “humo” tan necesario y especial. Empezaremos a encontrar a otros adictos valientes, capaces de “fumar” en público, venciendo el ridículo y el qué dirán. “Fuentes de Amor” capaces de cambiar el aspecto de todo lo que tocan.