Teresa García, responsable de Difusión de la HOAC
Responsable de Difusión de la HOAC

Fondo de solidaridad: experiencia de comunión y de acción


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En el siglo XIX, en la época de la Revolución Industrial, nacen en el seno del movimiento obrero las cajas de resistencias, fondos económicos formados por sus propias aportaciones que les permitiese disponer de los medios necesarios para la subsistencia personal y familiar, garantizando así la lucha por sus derechos y mantener sus acciones reivindicativas. Estas cajas de resistencia se basaban en el apoyo mutuo y la solidaridad, donde los trabajadores ponían dinero que se usaban para aliviar la situación económica de los trabajadores que veían decaer sus ingresos debido a las acciones sindicales, protestas reivindicativas o huelgas de larga duración. Actualmente, en España esa herramienta solidaria solo se mantiene, con carácter general, en escasos sindicatos; y se constituyen puntualmente en determinados conflictos laborales.



En la situación de pandemia que estamos sufriendo por el Covid-19 y la realidad laboral que estamos padeciendo en el mundo obrero, que ha dejado a tantas personas sin trabajo y tantas familias sin recursos, en las llamadas colas del hambre que vemos en nuestros barrios y ciudades…, adquiere mayor carta de naturaleza recrear e impulsar iniciativas solidarias que permitan al mundo obrero y del trabajo mantener los ingresos necesarios para afrontar cualquier tipo de necesidad, tanto personal-familiar, como de carácter sociolaboral.

Lo que está ocurriendo en la realidad social, las necesidades de las personas más precarias y empobrecidas del trabajo, nos llevaron hace unos años a la HOAC a crear en las diócesis donde estamos presentes los Fondos de Solidaridad Diocesanos para testimoniar la cercanía de Dios a los que sufren esta “cultura del descarte” y apoyar iniciativas que ayuden a realizar experiencias de apoyo y solidaridad entre trabajadores y trabajadoras. Llevar a cabo iniciativas de humanización y colaborar a construir un proyecto político verdaderamente humano que combata la desigualdad, el empobrecimiento y la deshumanización. En este tiempo ha sido posible concretar en personas y en distintas situaciones un doble ejercicio: la comunión de bienes en la comunión de acción.

El Fondo del Papa

En esta misma orientación, se expresó hace unos días el papa Francisco: “Como obispo de Roma he decidido establecer en la diócesis el fondo ‘Jesús Divino Trabajador’, para recordar la dignidad del trabajo”, una iniciativa solidaria dirigida a trabajadores, a los que tienen contratos a tiempo determinado no renovados, precarios e informales… Quisiera ver florecer en nuestra ciudad la solidaridad ‘de la puerta de al lado’, las acciones que recuerdan las actitudes del año sabático, en el que se perdonan las deudas, se abandonan las disputas, se pide el pago según la capacidad del deudor y no del mercado”.

De esta situación no podemos salir solos, tenemos que romper con el individualismo imperante, hoy, más que nunca, es necesaria una respuesta comunitaria porque, como decía el poeta, “llevadera es la labor cuando son compartidas las fatigas”. “Se trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos. Nada de ansiedad, pero sí convicciones claras y tenacidad” (‘Evangelii gaudium’, 223).

Un hombre pide limosna en el centro de Barcelona. EFE/Alejandro García

Es necesaria la solidaridad como herramienta de crecimiento humano, y el compromiso de hombres y mujeres que hagamos realidad la revolución de la ternura que humaniza nuestras vidas al incorporar al otro en nuestras preocupaciones y ocupaciones. La solidaridad como signo visible de gratitud y humanidad que reconfortan nuestros corazones.

No se trata de pedir limosnas, sino poner en relación lo que tenemos con las necesidades de los demás, participar comunitariamente en la solución del conflicto. No es solo saciar el hambre de pan, sino también el hambre y sed de justicia que nos recupere como personas y nos habilite el hacer de este nuestro mundo un lugar habitable donde no quepa el descarte.