Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El itinerario religioso de Nick Cave: quien busca, encuentra


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En los cuatro posts anteriores, hemos visto el origen de Nick Cave y seguido el papel de la religión en su evolución en el siglo XX.

Quien busca, encuentra

Ya en el siglo XXI, en 2001 vio por fin la luz un nuevo disco titulado ‘No More Shall We Part’. Comienza esta nueva obra con la composición titulada ‘As I Sat Sadly by Her Side’, el primer verso del poema. El cantor y su amada pegan sus frentes al cristal de una ventana del hogar y ella recita “Padre, madre, hermana, hermano, tío, tía, sobrino, sobrina,/ soldado, marinero, médico, obrero,/ actor, científico/ mecánico/ presbítero,/ tierra y luna y sol y estrellas,/ planetas y cometas con sus colas encendidas/ todo está descendiendo eternamente/ descendiendo amorosa y asombrosamente”.

Es una enumeración bíblica y una revelación de tonos proféticos. “Entonces ella sonrió y se volvió a mí/ y esperaba de mí una respuesta./ Su pelo caía sobre sus hombros/ igual que yo estaba tristemente a su lado”. Él contesta señalando desde la ventana a un hombre que se cae, la gente se ríe de él, y todo eso no tiene conexión con nada.



Entonces “ella corrió las cortinas y dijo, ‘¿Cuándo aprenderás de una vez que lo que ocurre más allá del cristal no tiene nada que ver contigo? Dios solamente te ha dado un único corazón, no eres un hogar para el corazón de tus hermanos y Dios no está preocupado por tu benevolencia, del mismo modo que tampoco se preocupe por la falta de benevolencia en los otros, ni tampoco porque te sientes en la ventana a juzgar el mundo que Él creó mientras las penas se apilan alrededor de ti, feo, inútil e inflado’, ante lo cual ella le apartó la mirada y saltaban grandes lágrimas de sus ojos. No puede borrar una sonrisa de mi cara mientras me sentaba tristemente a su lado”.

Cave está desorientado, “feo, inútil e inflado”. Ella le transmite que todas las cosas de la vida están en un ciclo de aparecer y descender y que ese movimiento no es triste sino que es amoroso y asombroso. Sin embargo, en esas caídas -como la del hombre que el cantor ve desde su ventana- llevan al nihilismo y siente tristeza por ese hombre y la insignificancia de su existencia. Ella le recrimina que Dios no necesita su condescendencia ni que esté pendiente de las penas de los otros, sino que cuide su propio corazón -el único que tiene-

En ‘And no more shall we part’, el cantor ha sido abandonado por su amor y ya nunca más serán parte uno del otro. “Estoy solo y ella me ha dejado”. El cantor ruega a Dios: “Señor, permanece conmigo./ No te vengas abajo/ Nunca seré libre/ si no soy libre ahora./ Señor, permanece conmigo/ No te vengas abajo/ Nunca fui libre”. Reconocimiento, humildad, soledad, petición de que en ese momento de angustia no le abandone, de nuevo un ruego de Getsemaní en un episodio de gran angustia.

El ‘Aleluya’ que compone con su compañero de banda Warren Ellis, comienza donde lo dejó en la primera canción, en la ventana de su casa. Siente un mal viento duro y veloz, un mal espíritu ante el que es consciente que debería resguardarse, es un aviso. Hallelujah es una lamentación en la que el aleluya brota de su conciencia de que necesita resguardarse del mal.

Cuenta el cantor que lo que le ha salvado ha sido la labor de su enfermera, que le ha cuidado y protegido de sí mismo. No es momento para salir a la calle y volver a buscar una relación. “Las lágrimas están brotando de mis ojos otra vez/ Aleluya/ y necesito veinte cubos grandes para ella/Aleluya/ y veinte chicas bonitas que llevarme/ y veinte agujeros profundos donde enterrarlas”.

En la siguiente composición, ‘Love Letter’, sostiene una carta en su mano “como una petición, una forma de oración” porque “perderla a ella otra vez es más de lo que puede soportar”. Es un ruego para que vuelva a él. Son canciones de honda pérdida.

En ‘Fifteen Feet of Pure White Snow’ ese aislamiento y pérdida se expande y acaba rogando a Dios. “Dónde está Michael?/ ¿Dónde está Mark?/ ¿Dónde está Matthew?/ ¿Están viniendo las tinieblas?/… Saludé a mi vecino/ y mi vecino me saludó,/ pero mi vecino es mi enemigo/ Seguí agitando mis brazos/ hasta que lo perdí de vista/ bajo quince pies de pura y blanca nieve”.

El estribillo de nuevo trae a la Pasión de Jesús: “Alza tus manos al cielo/ ¿Algo nuevo?/ Oh, Señor/ Oh, Señor/ Oh, Señor/ Oh, Señor”. Puede hacer referencia al “Padre, ¿por qué me has abandonado?” de Jesús en la Cruz.

‘God Is in the House’ es una canción explícitamente religiosa. “Hemos puesto los cables y enchufes/ hemos partido la madera y alimentado el fuego/ Hemos iluminado nuestro pueblo, así que no hay/ lugar para que el crimen se oculte./ Nuestra pequeña iglesia está pintada de blanco/ y en la seguridad de la noche/ permanecemos todos tranquilos como ratones”.

Esta es la situación que da lugar al estribillo y título de la canción: “Dios está en casa”, que repite sucesivas veces y termina el estribillo diciendo, “No hay razón para preocupase ahora/ porque Dios está en casa”. Una balada plácida y confiada, llena de gratitud.

La segunda estrofa nos presenta cómo la corrupción se ha colado en la Casa Blanca y la droga asola la ciudad, “pero no tenemos esas cosas aquí/ tenemos una delicada pequeña Fuerza/ que necesitamos, sin duda,/ para ayudar a los gatitos que se suben a los árboles./ Por la noche nos arrodillamos/ con tanta calma como un ratón/ porque Dios está en casa/ Dios está en casa/ y nadie tiene dudas7 de que Dios está en casa”.

En otra repetición del estribillo tras presentar esa dualidad del mal en el mundo y la salud y paz en la pequeña ciudad en que viven y su casa, dicen, “No hay temor/ si todos tomamos las manos y muy tranquilos gritamos/ Aleluya/ Dios está en casa/ Dios está en casa”.

A continuación, ‘Oh, Lord’, es un diálogo sálmico con Dios, a quien pregunta en qué le ha ofendido ante los peligros que percibe. El canto comienza contando que se levantó temprano para pasear. Fue a dar u beso a sus hijos, que aún dormían, y cuando fue a despedirse de su mujer, que también dormía, sintió que sobre ella pendía una espada de Damocles. Clama entonces, “Oh, Señor, mi Señor/ Oh, Señor/ ¿Cómo te he ofendido?/ Envuélveme con tus tiernos brazos alrededor de mí/ Oh, Señor, Oh, Señor, Oh, Señor”.

En el segundo y tercer párrafos describe situaciones en que se burlan de él unos desconocidos y le amenazan. En el cuarto párrafo la voz se objetiva y se convierte en una exhortación: “Sé consciente de lo que pides en tus plegarias/ Reza mucho pero reza con cuidado./ Las lagrimas que estás derramando/ son justo una respuesta a tus oraciones./ Las escaleras de la vida que subimos alegremente/ se mueven misteriosamente/ de modo que cuando piensas que estás subiendo/ de hecho estás descendiendo a los pozos del glamour…”.

Cave va profundizando en la sabiduría y en las cosas espirituales, de modo que discierne sobre el valor y modo de la oración. Es consciente de los peligros que acechan la vida espiritual y que cuando uno se confía vanidosamente en que está ascendiendo, puede que es realidad esté abajándose a la banalidad. Termina de nuevo clamando al Señor, preguntándole de nuevo en qué le ha ofendido y pidiéndole que le abrace tiernamente.

En ‘Sweetheart Come’ el tono es sapiencial, una llamada confiada a la paz y el amor. En ‘Gates to the Garden’, Cave entra en los jardines de la catedral de San Edmundsbury, templo anglicano de Inglaterra, en Suffolk. “Crucé el cementerio, deambulé y me senté a reflexionar apoyada la espalda en las puertas del jardín”. Presenta un cantor contemplativo y meditativo que irradia paz.

En la canción ‘Darker with the Day’, el cantor también paró en una iglesia mientras paseaba y “me senté dentro, buscando la presencia de Dios/ Busqué a través de las imágenes de un libro encuadernado en cuero/ donde encontré un cordero lanudo dormitando sobre una mancha de sangre/ y un Jesús herido que temblaba preso en el anzuelo de un pescador”. El autor expande sus composiciones de paseo, búsquedas, pequeños asombros, meditación y expansión del espíritu.

El álbum regala varias pistas añadidas, entre las que resalta ‘Bless His Ever Loving Heart’, que es un himno religioso de bendición que exhorta a poner la confianza totalmente en Dios, quien aparece –pese a que uno no entienda o le sienta lejos o le harte el mal en el mundo– siempre atento y amoroso.

“Bendice por siempre su corazón amoroso/ Solamente él sabe quién eres tú/ Aunque puede parecer que está muy lejano/ Bendice por siempre su corazón amoroso.// Y cuando te sientas triste/ y veas por todas partes/ que no puedes creerte lo que ves/ cuando todo torna depresivo y malo/ y la belleza yace exhausta en las calles// Toma su mano amorosa tendida eternamente/ incluso cuando no comprendas/ La pena tiene su fin natural/ Toma su mano amorosa tendida siempre.// Y cuando te sientas bajo/ y de cada persona que te encuentres/ no te puedes creer las cosas que te cuenta/ cuando no hay ningún lugar al que largarse…// Bendice su corazón siempre amoroso/ Lo que haces es lo que eres…/ Solo él sabe quién eres y lo que eres/ Bendice su corazón amoroso eterno”.

En resumen, el disco muestra un proceso que va de la frágil situación de rehabilitación en que se encontraba y que le recluyó en casa (desde donde veía por su ventana), hasta sus ruegos por la soledad y desamparo en que se encontraba. Finalmente, una profunda consolación, una actitud confiada en una relación tierna y amorosa con Dios. Han desaparecido los recursos narrativos ácidos del postpunk y nos encontramos con un espíritu meditativo y sapiencial, de una poética sensible y sencilla.