Cardenal Ambongo: la ‘paz’ de Trump entre congoleños y ruandeses fracasa porque “excluye al pueblo” y su fin es comercial

  • Para el cardenal de Kinshasa, toda estrategia que “normaliza el saqueo de los recursos” locales es negativa
  • Tras firmar un acuerdo ambos países en Washington, el M23 ha masacrado a la población de Uvira

Cardenal Ambongo: la ‘paz’ de Trump entre congoleños y ruandeses fracasa porque “excluye al

Desde hace años, pero especialmente en los últimos meses, la situación en la región oriental de la República Democrática del Congo es dramática. Todo a raíz del empuje violento de la milicia M23, que, con el indisimulado apoyo de la vecina Ruanda, se ha hecho con el control de buena parte de la región de Kivu, incluidas sus capitales en el norte, Goma, y en el sur, Bukavu. Conquistas siempre regadas por sangre de cientos de civiles.



Sin embargo, la crisis ha sufrido varios episodios de convulsión en las últimas semanas. Para tener claro lo ocurrido, lo mejor es realizar un repaso cronológico de los principales hechos. El primero llegó el 4 de diciembre, cuando Donald Trump reunió en la Casa Blanca a los presidentes congoleño, Félix Tshisekedi, y ruandés, Paul Kagame, y ambos ratificaron un acuerdo de paz que ya firmaron teóricamente el 25 de junio, aunque se incumplió.

Cambio de paradigma

Precisamente, al día siguiente, la Administración Trump hizo públicas las Directrices de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Como recoge Fides, en el apartado dedicado a África se explica sin ambages que el país norteamericano “debe tratar de colaborar con algunos países seleccionados”. Para “reducir los conflictos”, sí, pero también para “promover relaciones comerciales mutuamente ventajosas y pasar de un paradigma de ayudas a uno basado en inversiones y crecimiento capaz de aprovechar los abundantes recursos naturales y el potencial económico latente” en el continente negro.

Una estrategia, la de mediar en conflictos para obtener una situación ventajosa a la hora de explotar los recursos locales, que el Gobierno republicano busca constantemente, ya sea con Ucrania o con Azerbaiyán, por ejemplo. Y que, en el caso congoleño, parecía que había tenido éxito, celebrando Trump que podrían llevar allí a cabo “muchos negocios”, beneficiando a empresas norteamericanas con grandes intereses en una zona muy rica en minerales.

Una ilusión que se resquebrajó el día 10, cuando el M23 ignoró lo firmado en Washington y conquistó Uvira, la segunda ciudad de Kivu Sur, tras Bukavu. Y lo hizo, como en las anteriores veces, atacando con crueldad a la población civil, hasta el punto de que las autoridades locales denunciaron que se habían producido “400 muertos y 200.000 desplazados” que abandonaron sus hogares a la carrera.

Dolor papal

En plena catarsis de la violencia, León XIV, en el ángelus del domingo 14, llamó a no violar el armisticio firmado apenas unos días antes: “Mientras expreso mi cercanía a la población, exhorto a las partes en conflicto a cesar toda forma de violencia y a buscar un diálogo constructivo, respetando los procesos de paz en curso”.

Ese mismo día, como se hizo eco Radio Okapi, el arzobispo de Kinshasa, el cardenal Fridolin Ambongo, intervino en la clausura de la XV Asamblea Plenaria de la Asociación de Conferencias Episcopales de África Central (ACEC). Una ocasión que aprovechó para llamar a la esperanza a su pueblo, pues, “por muy intensa que sea la violencia, la paz sigue siendo posible”.

Eso sí, para ello urge ir al fondo del conflicto y promover “un diálogo nacional inclusivo” con todas las partes implicadas, como proponen desde hace tiempo en una iniciativa conjunta la Conferencia Episcopal Congoleña y la red de Iglesias evangélicas. En ese sentido, acuerdos como el de Trump, con un enfoque más comercial que humanitario, caen por su propio peso al carecer de una base sólida. “¿Cómo podemos entender que, menos de una semana después de la ratificación de los acuerdos de Washington, Uvira haya sido ocupada?”, criticó.

Para la región de los Grandes Lagos

Para avanzar con paso firme, también puso de ejemplo el trabajo de la propia ACEC, una alianza de los obispos de Burundi (ahí han llegado estos días 40.000 refugiados de Uvira y se teme que el ataque del M23 llegue hasta allí), la República Democrática del Congo y Ruanda, que promueve “la paz y el desarrollo social” en el conjunto de la región de los Grandes Lagos.

Y es que, como concluyó Ambongo, toda estrategia de paz que “excluye al pueblo y normaliza el saqueo de sus recursos” está abocada al fracaso. El futuro solo puede pasar por buscar “una paz genuina y duradera”, desde “un pacto social por la paz y la convivencia”.

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