Asia

“He redescubierto mi fe en Estambul”

| 05/12/2025 - 10:44





“Tenga cuidado no se manche, que la puerta está recién pintada”. Al salesiano italiano Nicola Masedu, párroco de la catedral del Espíritu Santo y que lleva 15 años viviendo en Turquía, le ha tocado salir a la calle para recoger al visitante porque los policías turcos impiden acercarse al principal templo católico de Estambul, situado a poca distancia de la delegación apostólica, donde pernocta el papa León XIV durante su estancia en la ciudad. El cordón de seguridad de los agentes es férreo y bloquea el paso tanto a los peatones como a los coches, complicando aún más el terrorífico tráfico habitual en esta urbe dividida entre dos continentes y que cuenta con alrededor de 16 millones de habitantes.



Dentro del complejo donde se encuentra la catedral, los preparativos son frenéticos. La religiosa que se encarga del órgano hace los últimos ensayos mientras otras monjas terminan de colocar los adornos en los bancos del templo con la ayuda de algunos voluntarios. “Los que somos más mayores ya hemos vivido las visitas de otros papas a Estambul, pero los jóvenes están muy emocionados y nos lo contagian. Están efervescentes”, explica Masedu mientras controla que todo esté a punto para cuando llegue el Pontífice.

Fue en este templo, inaugurado en 1846 durante el Imperio otomano y que visitaron antes Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, donde León XIV mantuvo un encuentro de oración con los obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos que viven en Turquía, un país con unos 33.000 católicos (el 0,04% de una población de 85 millones). “Tenemos fieles de muy diversos orígenes. Celebramos misas en turco, farsi, inglés y francés”, dice el párroco del Espíritu Santo. La liturgia en farsi responde al alto número de iraníes convertidos al catolicismo que huyen de su país para poder vivir su nueva fe en libertad en Turquía, donde hay amplio respeto a la libertad religiosa y no se persigue a los conversos, a diferencia de otros países de mayoría musulmana.

“Aquí están más cómodos que en Irán. Hay musulmanes que se hacen cristianos o judíos y cristianos que se hacen musulmanes. El Estado te deja hacer. Así es la ley, que te protege si alguien te persigue por ello. Nosotros no hacemos proselitismo y mantenemos un perfil bajo, pero vienen musulmanes que llaman a nuestra puerta porque tienen curiosidad por nuestra fe. Deben seguir un recorrido exigente de al menos dos años de preparación para ser aceptados como neófitos”, explica Masedu.

Mayoría extranjera

Entre los católicos del país, son mayoría los extranjeros, trabajadores o estudiantes que vienen de Filipinas, Europa o naciones africanas como Nigeria, Congo, Ghana o Camerún. Esa última nación es la patria de Philip Epetete, de 24 años y que lleva cuatro viviendo en Estambul, donde estudia Relaciones Internacionales. Forma parte del grupo de universitarios de la catedral del Espíritu Santo, echando una mano como voluntario en los preparativos de los diversos actos del Papa durante su estancia en la ciudad.

“Está siendo una experiencia estupenda la vida en Estambul. Hemos construido una comunidad muy fuerte entre los jóvenes que venimos a este templo”, cuenta Epetete, destacando la importancia que tiene para él vivir en un país donde el 99,8% de sus habitantes son musulmanes. “Yo he redescubierto mi fe en Estambul. Ser parte de una minoría me ha dado la capacidad de entender mejor lo que significa Jesús. Ha sido en Turquía donde he encontrado mis respuestas”. Como otros jóvenes de su comunidad, este universitario camerunés está encantado con la visita papal: “Es una experiencia increíble participar en los preparativos

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