Gabino Uríbarri no es solo un docente de referencia en la Universidad Pontificia Comillas. Académico de la Real Academia de Doctores, pertenece a la Comisión Teológica Internacional y como especialista en dogmática ha sido profesor de mariología, entre otras muchas áreas. El jesuita analiza para ‘Vida Nueva’ el alcance de ‘Mater populi fidelis’, la reciente Nota del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que aborda algunos títulos marianos referidos a la cooperación de la Madre de Jesús de Nazaret en la obra de la salvación.
PREGUNTA.- Doctrina de la Fe da un paso al frente para frenar títulos como el de María “corredentora”, que en algunos foros eclesiales incluso se quería plantear como dogma. ¿Cree que el documento acaba con esta polémica?
RESPUESTA.- Dudo que acabe del todo con la defensa de algunas personas de que la formulación adecuada de la participación de la Virgen María en la economía divina de la salvación es la corredención, aunque lo tendrán más difícil. El mismo documento indica momentos y personas que usaron esa expresión, incluyendo a Juan Pablo II en siete ocasiones (MPF, n. 18).
P.- El texto detalla de la misma manera cómo la Virgen no es “mediadora de todas las gracias”. ¿Por qué es grave que un cristiano considere que es mediadora? El documento llega incluso a recordar que “Cristo es el único Redentor y Mediador”.
R.- Una de las líneas fundamentales de la argumentación del documento consiste en la defensa frente a cualquier equívoco de que Cristo es el único mediador y Salvador (cf. DV 2). Se trata de un punto central de la fe cristiana. Tiene que ver con la comprensión de la encarnación: solamente Jesucristo es el Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad, que por nosotros y nuestra salvación se hizo carne, como dice el credo. En el documento se insiste en que se puede participar de diverso modo en la mediación de Cristo (LG 62; para la Virgen LG 60), sin nunca sustituir, suplantar o completar la única mediación de Cristo.
P.- La nota vaticana ‘Mater Populi fidelis’ busca de alguna manera acabar con una cierta ‘mariolatría’ en algunos espacios eclesiales. ¿Considera que esta era una realidad creciente vinculada a grupos nostálgicos?
R.- Considero que la nota pretende solventar preguntas que están presentes en la comunidad cristiana desde hace tiempo. Este tema ya se discutió antes del Concilio Vaticano II. La devoción mariana es un factor típicamente católico, que ante la belleza y la admiración de la figura de María tiende a una cierta exageración. La teología, por oficio, es más cauta que la devoción.