Asia

León XIV visita el Hospital de la Croix en Líbano y pide no olvidar a “los más frágiles”

| 02/12/2025 - 08:35

El Papa ha agradecido a las Hermanas Franciscanas de la Cruz y los trabajadores por ser “como el buen samaritano”





León XIV ha comenzado hoy su último día en Líbano con una emotiva visita a los trabajadores y pacientes del Hospital de la Croix en Jal ed Dib, perteneciente a la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Cruz. Todos le han recibido con un himno compuesto para la ocasión, que ha sido alabado por el propio Papa.



En su breve discurso, el Pontífice les ha mostrado su alegría por la visita: “Era mi deseo, porque aquí habita Jesús: tanto en ustedes, los enfermos, como en ustedes que los cuidan: las hermanas, los médicos y todos los trabajadores sanitarios y administrativos”. “Están en mi corazón y en mis oraciones”, ha recalcado.

Recordando al fundador, el beato padre Jacques, “incansable apóstol de la caridad”, ha señalado que “su santidad de vida se manifestó especialmente en el amor a los más pobres y a los que sufren”. “Las Hermanas Franciscanas de la Cruz, fundadas por él, continúan su obra y prestan un precioso servicio. Gracias, queridas hermanas, por la misión que llevan adelante con alegría y dedicación”, ha reconocido.

“Nos interpela el grito de los pobres”

Dirigiéndose a los trabajadores, ha dicho que “su presencia competente y solícita, así como el cuidado de los enfermos, son un signo tangible del amor compasivo de Cristo. Son como el buen samaritano, que se detiene junto al herido y lo cuida para aliviarlo y curarlo”.

“A veces puede sobrevenir el cansancio o el desánimo, sobre todo por las condiciones no siempre favorables en las que trabajan. Los animo a no perder la alegría de esta misión y, a pesar de algunas dificultades, los invito a tener siempre presente el bien que pueden realizar. Es una gran obra a los ojos de Dios”, ha agregado.

El papa León XIV en su visita al Hospital de la Croix, en Líbano

Según sus palabras, “lo que se vive en este lugar es un aviso para todos, para su tierra, pero también para toda la humanidad. No podemos olvidarnos de los más frágiles; no podemos imaginar una sociedad que corre a toda velocidad aferrándose a falsos mitos de bienestar, ignorando tantas situaciones de pobreza y fragilidad. En particular nosotros, los cristianos, que somos la Iglesia del Señor Jesús, estamos llamados a cuidar de los pobres: el Evangelio mismo nos lo pide y —no lo olvidemos— nos interpela el grito de los pobres”.

También ha tenido Robert Francis Prevost unas palabras para los enfermos: “Están en el corazón de Dios, nuestro Padre. Él los lleva en la palma de sus manos, los acompaña con amor, les ofrece su ternura a través de las manos y las sonrisas de quienes cuidan de su vida. A cada uno de ustedes el Señor les repite hoy: ¡Te amo, te quiero, eres mi hijo! ¡No lo olviden nunca!”. 

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