Cultura

La textura de Dios se hizo templo en Tenerife

| 29/11/2025 - 00:11





En Las Chumberas, el barrio a las afueras de La Laguna, en Tenerife, se alza “el mejor edificio del mundo”, según el premio que le ha otorgado la edición de 2025 del World Architecture Festival (WAF) de Miami. Ese edificio es una iglesia: la del Santísimo Redentor, obra del arquitecto Fernando Menis: “Para mí, es muy importante la cohesión social que genera y el orgullo de los habitantes de Las Chumberas y del obispado –afirma Menis–, que se reconozca, y eso es muy importante, cómo la Iglesia católica siempre ha apostado por el arte, por la temporalidad, por la centralidad, por los puntos de referencia, por la identidad propia de los feligreses. Tiene un montón de valores, no solo religiosos, sino valores también muy importantes para el sentimiento de cada una de las personas que habitan el entorno”.



Antonio Delgado Rodríguez, el actual párroco, también lo reconoce: “Para Las Chumberas, un barrio de obreros y gente humilde, donde han tenido que tirar muchos edificios por aluminosis y los tienen que ir levantando de nuevo, este premio y este edificio tan conocido a nivel mundial ha sido un regalazo para todos”, manifiesta. “Ha sido un regalo gigantesco porque parece que solo se conocía Las Chumberas por lo malo, y resulta que tenemos esta perla que nos ha querido regalar Dios. Como párroco, es un honor inmenso poder celebrar en este edificio”, prosigue.

Menis (Santa Cruz de Tenerife, 1951) exactamente lo pensó así: “El edificio se concibe como un catalizador del cambio urbano y social, pretende crear un lugar donde no lo había, dando al barrio una identidad propia y sirviendo como espacio de referencia en un tejido urbano confuso. El conjunto incluye la iglesia, un centro parroquial y una muy necesaria plaza rodeada de vegetación”, expone. “Está compuesto de cuatro piezas. Hace dieciocho años hicimos una, después hicimos la siguiente y, en 2008, empezó a funcionar como parroquia –recuerda–. Ya tenía una pequeña cocinita, una capilla, algo así como unos salones parroquiales… Después, vino la crisis y prácticamente se paró. Al cabo de diez años, pudimos hacer la tercera y después la cuarta”.

Proceso lento de donaciones

El arquitecto proyectó la iglesia entre 2004 y 2005, y ese mismo año comenzó a ejecutarla. Solo ahora, veinte años después, ha logrado finalizarla: “Las parroquias se hacen por las donaciones, y estas vienen despacio en un barrio sin gran poder adquisitivo. Ya desde un principio, el obispado me dijo que preparara el edificio para que se fuera adaptando y lo hicimos horizontalmente. Hacerlo en lonchas, por decirlo así, como si fuera un pan Bimbo. Todavía nos faltan algunas cosas muy pequeñitas: el armario de la sacristía, ponerle las lamas en el interior y pequeños detalles de decoración, pero está todo”.

El párroco toma la palabra: “¡Es tan bonita! Si uno la ve por fuera, no llama mucho la atención, parece demasiado hormigón armado. Después ve que está dividido en cuatro módulos, y todo son tres plantas. Fernando tuvo la idea de aglutinar en esos módulos lo de dentro y lo de fuera, a los creyentes y a los no creyentes, los cuatro evangelistas y los cuatro elementos”. Y continúa: “Estamos en una tierra volcánica, y cuando un volcán arroja lava, cae torcida, doblada, y Fernando ha seguido esa idea. Desde fuera, ya se ve que los muros no están como se suele esperar de un edificio, sino que están inclinados. Y, desde dentro, se percibe mucha sencillez, sobre todo, porque son elementos de aquí, de la propia tierra”.

Noticias relacionadas