León XIV, en la catedral de Estambul
León XIV ha presidido esta mañana un encuentro de oración con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y agentes de pastoral de Turquía en la catedral del Espíritu Santo de Estambul. En su homilía, el Papa ha agradecido al Señor poder visitar “esta tierra sagrada en la que la historia de Israel encuentra el cristianismo naciente; y el Antiguo y el Nuevo Testamento se abrazan”.
“Hoy son ustedes la comunidad llamada a cultivar la semilla de la fe que, desde Abraham, los Apóstoles y los Padres de la Iglesia, nos ha sido transmitida. La historia que nos antecede no es simplemente para recordar y después archivar en un pasado glorioso, mientras observamos resignados cómo la Iglesia católica se ha reducido numéricamente. Al contrario, estamos invitados a adoptar la mirada evangélica, iluminada por el Espíritu Santo”, ha comenzado advirtiendo el Pontífice.
Y es que, como ha continuado, “cuando miramos con los ojos de Dios, descubrimos que Él ha escogido el camino de la pequeñez para descender en medio de nosotros”.
León XIV, en la catedral de Estambul
Recordando una reflexión de Francisco sobre lo pequeño, Robert Francis Prevost ha destacado que “esta lógica de la pequeñez es la verdadera fuerza de la Iglesia. En efecto, esta fuerza no reside ni en sus recursos ni en sus estructuras, ni los frutos de su misión derivan del consenso numérico, de la potencia económica o de la relevancia social”.
León XIV ha animado a la Iglesia en Turquía a “cultivar una actitud espiritual de esperanza confiada, fundada en la fe y en la unión con Dios. Es necesario, ciertamente, dar testimonio del Evangelio con alegría y mirar hacia el futuro con esperanza”.
Y para dar testimonio les ha recordado tres áreas en las que están llamados a trabajar: el diálogo ecuménico e interreligioso, la transmisión de la fe a la población local, y el servicio pastoral a los migrantes y refugiados.
Sobre este último punto, además de acoger y servir a los más vulnerables, les ha recordado que la mayoría de los consagrados del país son extranjeros, por lo que deben tener especial atención a la inculturación. “Que la lengua, los usos y las costumbres de Turquía se conviertan cada vez más en los suyos”, porque “la comunicación del Evangelio pasa, de hecho, por esta inculturación”.
En el grueso de su intervención, el Papa se ha detenido en el motivo de su viaje: el 1700 aniversario del Primer Concilio de Nicea, un acontecimiento sobre el que ha planteado tres retos.
En primer lugar, la importancia de “acoger la esencia de la fe y del ser cristianos”. “Nicea nos invita, aún hoy, a reflexionar sobre esto: ¿quién es Jesús para nosotros?, ¿qué significa, en su núcleo esencial, ser cristianos? El Símbolo de la fe, profesado de modo unánime y común, se vuelve de esta manera criterio de discernimiento, brújula orientadora, eje sobre el que deben girar nuestro creer y nuestro actuar”, ha señalado.
En segundo lugar, la urgencia de “redescubrir en Cristo el rostro de Dios Padre”. “No nos limitamos a considerar a Jesús un personaje histórico, un maestro sabio, un profeta que ha luchado por la justicia, pero nada más. Cristo Jesús no es un personaje del pasado, es el Hijo de Dios presente entre nosotros que guía la historia hacia el futuro que Dios nos ha prometido”, ha apuntado.
En tercer lugar, “la mediación de la fe y el desarrollo de la doctrina”. “Siempre es necesario mediar la fe cristiana en los lenguajes y categorías del contexto en el que vivimos. Debemos distinguir el núcleo de la fe de las fórmulas y formas históricas que lo expresan, que siempre son parciales y provisorias, y pueden cambiar a medida que profundizamos en la doctrina. El desarrollo de la doctrina cristiana no es una idea abstracta y estática, sino que refleja el misterio mismo de Cristo. Se trata, por tanto, del desarrollo interno de un organismo vivo, que saca a la luz y explica mejor el núcleo fundamental de la fe”, ha subrayado.