Mujeres acompañadas en Perú por Manos Unidas
Este 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, Manos Unidas recuerda en un comunicado “la importancia de la recuperación psicoemocional” de quienes padecen la desgracia de ser víctimas de violencia de género.
Muchas de ellas padecen la “violencia psicológica”, una “forma de maltrato” sobre la que hay que “poner el foco”, pues es “a menudo silenciosa y normalizada”, pero “deja profundas huellas emocionales”.
Así, si Naciones Unidas estima que “736 millones de mujeres, casi una de cada tres, han sufrido violencia física o sexual a lo largo de su vida”, nos encontramos con que “la violencia psicológica, que es probablemente la forma más común y silenciada de violencia de género, paradójicamente es la que cuenta con datos menos robustos a nivel global debido a los desafíos en su medición y estandarización y, sin embargo, se confirma que es un problema que afecta a millones de mujeres en todas las regiones del mundo”.
Pero lo peor es que, según un informe reciente de la propia ONU, estamos ante “un retroceso global”. Y por algo a lo que hay que mirar a quienes toman las decisiones políticas en un tiempo de populismos, nacionalismos, xenofobias y machismos desatados: “Una de cada tres organizaciones que trabajan por la erradicación de la violencia de género ha tenido que suspender programas por falta de financiación pública”.
No es el caso de Manos Unidas, que, en 2024, “apoyó 82 proyectos específicos, con una inversión de más de ocho millones de euros, centrados en prevenir la violencia, fortalecer el liderazgo femenino y garantizar su salud mental”.
Un buen ejemplo de tan positiva incidencia se da en Perú, donde, “según un informe del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán”, la realidad “es devastadora: más de 190.000 mujeres, niñas y adolescentes fueron víctimas de violencia de género (física, psicológica, sexual o económica) de 2024 a abril de 2025”.
Un oasis de esperanza se plasma por parte de la asociación local Wayra, que, apoyada por la entidad eclesial, impulsa el proyecto ‘Recuperación psicoemocional y ejercicio de liderazgo de mujeres víctimas de violencia’. A través suyo, se promueven “la atención psicológica y el fortalecimiento personal de mujeres víctimas y en riesgo de violencia de género, mayoritariamente violencia psicológica, en la provincia de Quispicanchi, Cusco”.
Algo fundamental en un contexto en el que “la violencia psicológica es un tema tabú”. Hasta el punto de que, “en muchas zonas del país, este tipo de violencia (insultos, humillación, control, amenazas, manipulación emocional…) se perciben como ‘problemas de pareja’ y no como un tipo de maltrato”.
Y es que “la cultura machista, aún muy fuerte en la sociedad, contribuye a que se minimice o justifique este tipo de violencia. Además, el miedo al estigma social y la falta de educación emocional, que ha relegado la salud mental a un segundo plano, provoca que, sin herramientas para identificar manipulación, chantaje emocional o abuso verbal, las mujeres y jóvenes se vuelvan más vulnerables y, muchas veces, no pidan ayuda”.
Como siempre hace Manos Unidas en todos los proyectos que apoya, además de fortalecer la respuesta de una entidad local considerada idónea para el proyecto, se busca el trabajo en red con otras instituciones. Así, en este caso, se ha hecho mucho hincapié en “capacitar a psicólogos y policías encargados de hacer peritaje psicológico” en los casos registrados. También se ha buscado establecer “un diagnóstico sobre salud mental con el Instituto de Protección al Menor y Personas Vulnerables (IPMEP), identificando barreras estructurales, culturales y judiciales en la atención a víctimas de violencia psicológica”.
Paralelamente, se intenta trabajar de la mano “con el Centro de Emergencia Mujer (CEM), así como con centros de salud mental, fiscalías, comisarías y escuelas locales”. Alianzas, todas ellas, que “facilitaron la derivación de casos, la realización de talleres y la incidencia en políticas locales”.
Por ahora, los resultados son más que satisfactorios: “A través de terapias individuales, talleres psicoemocionales y acciones de incidencia, se atendió a 53 mujeres en Urcos, Ocongate y Sullumayo, logrando que el 45,8% concluyera satisfactoriamente su proceso terapéutico y que 11 de ellas asumieran liderazgos comunitarios”.
Además, como concluye Mariana Ugarte, responsable del proyecto en Manos Unidas, “el proyecto incorporó un enfoque intercultural y artístico, priorizando el uso del quechua y metodologías adaptadas a mujeres rurales, fortaleciendo sus redes de apoyo y la consecución colectiva del ‘Allin Kausay’ (buen vivir y armonía)”.
Yesica Gutiérrez, una de las mujeres acompañadas en estas terapias, muestra su gratitud hacia un proyecto que “no solo me dio apoyo psicológico, sino que me ayudó a seguir adelante, a ser una mujer líder, a valerme por mí misma de manera independiente. Me siento muy segura y he vuelto a confiar y a vivir con dignidad”.