El Papa recuerda que el proceso de nulidad matrimonial no es mera técnica legal, sino un acto pastoral al servicio de la justicia y la salvación de las almas
“Una sólida cultura jurídica en la Iglesia” es lo que ha defendido hoy el papa León XIV al recibir a los participantes en el Curso de Formación Jurídico-Pastoral de la Rota Romana. El motivo del encuentro es el décimo aniversario de la reforma del proceso de nulidad matrimonial, iniciada por el papa Francisco, y el Pontífice ha querido subrayar la importancia de integrar los enfoques teológico, jurídico y pastoral como “partes de una misma realidad”.
El Obispo de Roma ha advertido contra una visión fragmentada que opone teología, derecho y pastoral, como si el acento en uno excluyera a los otros. Frente a ello, ha recordado que “la función judicial, como forma de ejercer el poder de gobierno o jurisdicción, se inscribe plenamente en la realidad global de la sagrada autoridad de los pastores en la Iglesia”, y que el juicio eclesial es una forma de “diaconía de la verdad”.
León XIV ha defendido que la verdad jurídica no puede entenderse como un mero procedimiento técnico ni como un servicio a la libertad individual: “La verdad jurídica declarada en los procesos eclesiásticos es un aspecto de la verdad existencial dentro de la Iglesia”, porque “todo creyente, toda familia, toda comunidad necesita la verdad sobre su propia situación eclesial”.
En ese marco ha recordado las palabras con que arrancaban los motu proprio que dieron inicio a la reforma: “Mitis Iudex Dominus Iesus, Pastor animarum nostrarum”, y ha explicado el sentido de esta descripción del Señor como “juez y pastor”. Según el Papa, no hay contradicción entre misericordia y justicia: “La verdadera misericordia debe ejercerse precisamente en el ejercicio adecuado del poder judicial”. Y ha citado a san Agustín: “La misericordia se ofrece de tal manera que se preserve la justicia, tanto al ayudar al necesitado como al perdonar al arrepentido”.
Además del aspecto judicial, León XIV ha querido subrayar la base teológica del proceso de nulidad matrimonial: el matrimonio cristiano entendido como “canon del verdadero amor entre el hombre y la mujer”, que “no es un ideal”, sino una “realidad con una consistencia precisa”. Por eso, ha añadido, “discernir ante el Señor si en una unión está presente el misterio del ‘una caro’ es una gran responsabilidad”.
El Papa ha insistido en que el proceso judicial canónico no puede ser visto como una carga técnica, sino como una herramienta de justicia al servicio del bien común. Ha defendido el recurso al juicio ordinario frente a vías administrativas, ya que “la necesidad de salvaguardar al máximo la verdad del vínculo sagrado se garantiza precisamente con las garantías del orden judicial”.
También ha reivindicado el valor pastoral de este tipo de procesos. Ha recordado que la pastoral familiar “no puede ignorar ni subestimar la labor de los tribunales eclesiásticos”, y que estos no pueden desentenderse de su función en la misión de acompañar a las familias en dificultad. Y ha recuperado palabras de Juan Pablo II: “La actividad jurídico-canónica es, por su naturaleza, pastoral, consiste en actualizar el orden de justicia intraeclesial querido por el mismo Cristo”.
Finalmente, León XIV ha recordado que toda acción judicial en la Iglesia encuentra su sentido último en la salvación de las almas: “Las tres dimensiones mencionadas reafirman la salus animarum como ley suprema y fin último del proceso matrimonial en la Iglesia”. “Que la verdad de la justicia brille cada vez con más intensidad en la Iglesia y en vuestras vidas”, ha concluido el Papa, impartiendo su bendición.