En el marco de la Asamblea Plenaria de otoño, la catedral de la Almudena acogió ayer a las ocho de la tarde una celebración ecuménica con motivo de los 1.700 años del Concilio de Nicea, aquel en el que se redactó el credo que se reza en cada eucaristía, aquel en el que todavía no se había materializado una división entre los cristianos en diferentes confesiones. Ayer, estas diferencias se difuminaron en un templo en el que rezaron juntos católicos, evangélicos, ortodoxos y anglicanos.
- ¿Todavía no sigues a Vida Nueva en INSTAGRAM?
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Bajo el lema ‘Un solo Señor, una sola fe’, esta oración compartida tuvo como eje centrar la Declaración ecuménica del Credo niceno-constantinopolitano, un manifiesto leído por pastores católicos, de la Iglesia Española Reformada Episcopal; de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía; de la Iglesia Evangélica Española y de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
La Subcomisión para las Relaciones Interconfesionales y el Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal Española, presidida por el obispo auxiliar de Sevilla, Ramón Valdivia, fue la encargada de redactar y consensuar el texto con las diferentes confesiones.
Juntos ‘creemos’
“Los cristianos de diversas confesiones deseamos compartir la alegría de poder decir juntos ‘creemos’, para seguir promoviendo la comunión plena y visible entre todos los cristianos”, se entonó al comienzo de esta Declaración, en la que se fueron ‘reversionando’ una a una las frases del credo niceno con referencias al contexto actual. Así, se sentenció “con firmeza” la fe común en Jesucristo, además de redoblar que se comparte “un solo bautismo, realizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para el perdón de los pecados”.
Así, se ratificó un compromiso conjunto para “trabajar por la promoción de todo ser humano y el respeto de sus derechos fundamentales, especialmente allí donde la dignidad de nuestros hermanos es vulnerada”. “Hacemos una llamada urgente a detener el uso irresponsable de los bienes de la tierra y la explotación, a trabajar incansablemente por una ética de la creación, capaz de transformar estilos de vida, modelos de producción y de consumo, y respeto al medio ambiente, de manera que entre todos logremos alcanzar una auténtica ecología integral”, se escuchó ayer en el templo madrileño.
Al margen de Dios
A la par, se denunció desde el altar de la Almudena la actual cultura que “ensalza al ser humano y endiosa su potencial creativo científico-técnico, que se enorgullece de su autosuficiencia y llega a fabricar proyectos humanistas de salvación al margen de Dios”. “Allí donde la dignidad de nuestros hermanos es vulnerada: donde la vida no es respetada como un don sagrado desde su inicio a su fin; donde los seres humanos son discriminados y perseguidos por su fe; donde los pueblos sufren las consecuencias de la violencia y la guerra; donde la desigualdad y la injusticia conducen a la explotación de los más pobres; donde los inmigrantes son rechazados y no acogidos como hermanos o donde, mediante la ‘trata de personas’, se comercia con la vida humana”, se leyó durante la celebración.
De la misma manera, revindicaron la necesidad de construir “sociedades sólidas, capaces de perdonar, de superar polarizaciones y posiciones enfrentadas, y de trabajar por el bien de todos, especialmente de los más débiles”.