León XIV, en la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana
León XIV gobierna desde el primer día. Y hoy, ante los obispos italianos, ha vuelto a dar cuentas de que piensa ejercer su liderazgo. En la clausura de la 81ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal en Asís, el Papa ha afirmado sin poco márgen de duda que frenará las prórrogas en la jubilación de los obispos más allá de los 75 años.
“Es importante respetar la norma de los 75 años para la conclusión del servicio de los ordinarios en las diócesis, y solo en el caso de los cardenales se puede considerar la continuación de su ministerio, posiblemente por otros dos años”, ha expresado el Pontífice.
Por otro lado, Robert Francis Prevost también ha insistido en la necesidad de continuar con las fusiones diocesanas que sigan adelgazando las estructuras, puesto que el país transalpino cuenta con 214 obispados.
“Los desafíos de la evangelización y los cambios de las últimas décadas, que afectan a los ámbitos demográfico, cultural y eclesial, nos exigen no renunciar al tema de las fusiones diocesanas, especialmente cuando las demandas del mensaje cristiano nos invitan a trascender ciertas fronteras territoriales y a abrir nuestras identidades religiosas y eclesiales, aprendiendo a trabajar juntos y repensando la actividad pastoral mediante la unión de fuerzas”, ha señalado.
Al mismo tiempo, ha continuado, “observando la fisonomía de la Iglesia en Italia, encarnada en los diferentes territorios, y considerando la dificultad y a veces la desorientación que tales decisiones pueden causar, espero que los obispos de cada región realicen un discernimiento cuidadoso y, tal vez, puedan sugerir propuestas realistas para algunas de las diócesis pequeñas con pocos recursos humanos, para que evalúen si pueden continuar ofreciendo su servicio y cómo”.
Al comienzo de sus palabras, León XIV ha invitado a los prelados italianos a “mantener la mirada fija en el rostro de Jesús”, lo que “nos permite contemplar los rostros de nuestros hermanos”.
“Vivimos en una época marcada por las fracturas, tanto a nivel nacional como internacional: se difunden mensajes y un lenguaje a menudo teñidos de hostilidad y violencia; la carrera por la eficiencia deja atrás a los más vulnerables; la omnipotencia tecnológica sofoca la libertad; la soledad consume la esperanza, mientras que numerosas incertidumbres pesan como incógnitas sobre nuestro futuro”, ha señalado.
Sin embargo, ha proseguido, “la Palabra y el Espíritu aún nos exhortan a ser constructores de amistad, fraternidad y relaciones auténticas en nuestras comunidades, donde, sin reservas ni temor, debemos escuchar y armonizar las tensiones, desarrollando una cultura del encuentro y convirtiéndonos así en una profecía de paz para el mundo”.
Por su parte, tras las perspectivas surgidas en el Camino Sinodal de la Iglesia en Italia, “ahora les corresponde a ustedes, obispos, definir las directrices pastorales para los próximos años, y por ello quisiera ofrecerles algunas reflexiones para que un verdadero espíritu sinodal crezca y madure en las Iglesias y entre las Iglesias de nuestro país”.
Y ese caminar juntos debe hacerse desde la comunión. Por eso, ha dicho que espera que “todos se comprometan con el reto de una comunión efectiva, para que pueda configurarse el rostro de una Iglesia colegiada, compartiendo pasos y decisiones comunes”.
“Lo importante es que, en este estilo sinodal, aprendamos a trabajar juntos y que en las Iglesias particulares todos nos comprometamos a construir comunidades cristianas abiertas, hospitalarias y acogedoras, en las que las relaciones se traduzcan en corresponsabilidad mutua en la proclamación del Evangelio”, ha aseverado.
Para el Pontífice, “la sinodalidad, que implica un ejercicio efectivo de colegialidad, requiere no solo comunión entre vosotros y conmigo, sino también una escucha atenta y un discernimiento serio de las peticiones del pueblo de Dios”.
En este sentido, “la coordinación entre el Dicasterio para los Obispos y la Nunciatura Apostólica, con el fin de una corresponsabilidad compartida, debe promover una mayor participación en la consulta para el nombramiento de nuevos obispos, además de escuchar a los ordinarios en ejercicio en las Iglesias locales y a quienes se preparan para concluir su servicio”.
Y ha añadido: “Una Iglesia sinodal, que avanza a través de la historia y afronta los nuevos desafíos de la evangelización, necesita renovarse constantemente. Debemos asegurarnos de que, incluso con buenas intenciones, la inercia no frene los cambios necesarios”.
León XIV, con el presidente de los obispos, el cardenal Matteo Zuppi
Volviendo al horizonte de la misión de la Iglesia en Italia, les ha exhortado a no olvidarse de los pobres. “Caminar juntos, caminar con todos, significa también ser una Iglesia que vive entre las personas, que acoge sus preguntas, que consuela su sufrimiento y que comparte sus esperanzas”, ha indicado.
“Sigan estando cerca de las familias, los jóvenes, los ancianos y quienes viven en soledad. Continúen dedicándose al cuidado de los pobres: las comunidades cristianas profundamente arraigadas en la zona, los numerosos agentes pastorales y voluntarios, y las Cáritas diocesanas y parroquiales ya están realizando una gran labor en este sentido, y les estoy muy agradecido”, ha completado.
No ha querido despedirse sin pedirles no abandonar la lucha antiabusos: “Quisiera recomendar prestar atención a los más pequeños y vulnerables, para que se desarrolle una cultura de prevención de todas las formas de abuso. Acoger y escuchar a las víctimas son las señas de identidad de una Iglesia que, en conversión comunitaria, reconoce las heridas y se esfuerza por sanarlas”.
Por último, les ha instado a seguir el ejemplo de san Francisco de Asís para que les dé “la fuerza para tomar decisiones inspiradas en una fe auténtica y para ser, como Iglesia, signo y testimonio del Reino de Dios en el mundo”.
León XIV, ante la tumba de san Francisco en Asís
Antes de verse con los obispos italianos, el Papa ha rezado ante la tumba de san Francisco tras su llegada a Asís en helicóptero a primera hora de la mañana. “Es una bendición poder venir hoy a este lugar sagrado. Estamos cerca de los 800 años de la muerte de san Francisco, lo que nos da la oportunidad de prepararnos para celebrar a este gran, humilde y pobre santo, mientras el mundo busca señales de esperanza”, ha señalado en la cripta ante el custodio del convento, fray Marco Moroni, OFMConv, y el resto de franciscanos conventuales de la comunidad.