Thomas Wenski asegura que “su presencia entre nosotros puede ser el antídoto a la crisis de fe experimentada por muchos católicos nacidos en nuestro país”
Arzobispo Thomas Wenski. Foto: Arquidiócesis de Miami
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, aseguró que “los inmigrantes, legales o irregulares, ya son una fuerza para la renovación de la Iglesia en Estados Unidos. Su presencia entre nosotros puede ser el antídoto a la crisis de fe experimentada por muchos católicos nacidos en nuestro país. A través de su fe, a través de su compromiso con la vida familiar, a través de su apertura a las vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa, a través de su piedad popular, están trayendo a la Iglesia Católica en Estados Unidos una nueva y bienvenida vitalidad. Y me atrevería a decir a la sociedad estadounidense en general”.
En una homilía pronunciada recientemente en una misa con integrantes del Instituto Napa -organización cuya misión es “empoderar a los líderes católicos para renovar la Iglesia”- el arzobispo Wenski manifestó que mucha gente le ha dicho que cuando llegan a Miami, la primera impresión es que no se encuentran en los Estados Unidos, “pero tenga la seguridad de que está en los Estados Unidos, y Miami, con su maravillosa diversidad, es verdaderamente una ciudad estadounidense”.
Detalló que los cubanos, los haitianos y otros grupos étnicos y nacionales “están bien integrados en nuestra comunidad del sur de Florida. Y son estadounidenses hasta la médula, porque mientras mantienen sus propias identidades se han convertido en abogados y jueces en nuestras salas de corte, médicos y enfermeras en nuestras salas de emergencia y hospitales, ejecutivos en nuestras salas de juntas, y comisionados y alcaldes en nuestros ayuntamientos”.
Para el arzobispo de Miami, se quiere hacer cumplir un “sistema de inmigración roto y, por lo tanto, injusto; están deportando a los trabajadores agrícolas, de la construcción, de servicios y de la hotelería… varias personalidades en el gobierno y en los medios de comunicación avivan llamas de resentimiento contra estos supuestos infractores de la ley, equiparándolos con terroristas intencionados en lastimarnos. Y describo a estos migrantes como migrantes ‘irregulares’, no como indocumentados o ilegales, ya que la mayoría de ellos tienen algún tipo de documentación o incluso estatus legal, aunque un estatus legal temporal y la mayoría no son culpables de ningún delito grave“.
Asimismo, destacó que “hoy en día, muchos se ofenden por la defensa de los obispos católicos en nombre de estos migrantes irregulares. Pero, al hacerlo, nos mantenemos en una orgullosa tradición moral que sostiene que las leyes positivas deben promover tanto el bien común como el bien del individuo en la sociedad”.
Exhortó a los feligresas a que “como católicos podamos establecer un paralelismo con la llegada de Jesús entre nosotros como hombre y el arribo de un recién llegado a una tierra extraña. Esto tal vez nos ayude a contemplar el rostro de Jesús en el rostro del inmigrante“.
