“Esto es una carnicería”, ha lamentado el secretario general de la Conferencia Episcopal del país africano
“La cifra de muertos se cuenta por cientos. Es algo realmente inhumano”. Así lo ha declarado Charles Kitima, secretario general de la Conferencia Episcopal de Tanzania. Y es que, tal como recoge Vatican News, la represión en las protestas postelectorales que han convulsionado el país africano va mucho más allá de lo que se temía. Ya no se trata de unas pocas decenas de víctimas, como estimaban de forma conservadora algunos observadores internacionales. “Son muchas más. Una carnicería”, ha dicho a los medios vaticanos.
La situación es crítica, hasta el punto en el que el Papa expresó su preocupación durante el rezo del ángelus del pasado domingo. Por su parte, Kitima ha podido ponerse en contacto con medios vaticanos justo cuando las autoridades tanzanas restablecían parcialmente las comunicaciones telefónicas y el acceso a Internet, aunque con una advertencia tajante a la población: “Evitar compartir y divulgar imágenes que puedan alarmar u ofender la vida humana”. Una recomendación que, para muchos, esconde la intención de silenciar las denuncias. La oposición acusa a las fuerzas de seguridad de haber ocultado cuerpos en lugares no identificados tras las protestas: “Montones de cadáveres que alguien podría haber fotografiado y difundir en cualquier momento”, deslizan.
Las manifestaciones, explica el obispo, estallaron por “algunas irregularidades durante el proceso electoral”, pero también para denunciar “la violación sistemática de los derechos humanos fundamentales mediante el secuestro y asesinato de políticos y opositores”. Kitima no oculta que también hubo desmanes por parte de los manifestantes, pero subraya con claridad la desproporción: “Las fuerzas del orden respondieron disparando munición real contra la multitud, hiriendo y matando”.
Desde el primer momento, la Iglesia ha intentado actuar como mediadora. Cuando detectaron las primeras irregularidades, los obispos “organizaron reuniones con autoridades gubernamentales para exigir unas elecciones justas, libres y creíbles”. También convocaron jornadas de oración, denunciaron públicamente las desapariciones y secuestros, y dirigieron cartas abiertas al Gobierno “para urgir al diálogo con los partidos de la oposición”.
Ante la gravedad de los hechos, los obispos han convocado una reunión urgente para la próxima semana con el objetivo de definir una estrategia pastoral de reconciliación. Aunque la presidenta Samia Suluhu Hassan apeló al diálogo en su reciente toma de posesión, Kitima se muestra escéptico: “Seguimos esperando ese diálogo. Pedimos al Gobierno que escuche de verdad al pueblo. Y a nuestra gente le recordamos que la justicia requiere hablar también de la verdad. Hay problemas que deben resolverse y quienes los han provocado deben asumir su responsabilidad. La Iglesia busca un camino de sanación”.
En el centro de las protestas están los jóvenes. Son ellos, asegura el secretario general del episcopado, quienes “quieren un cambio real, exigen participar en la política y que su voto cuente, como garantiza la Constitución”. Pero la realidad, denuncia, es otra: “Aquí las elecciones libres, justas y creíbles siguen siendo un problema serio. Y tienen razón”.