La Conferencia Episcopal celebra su Asamblea Plenaria de otoño en Lourdes con la vista puesta en la educación y la crisis institucional del país
El cardenal Jean-Marc Aveline se ha estrenado como presidente de la Conferencia Episcopal Francesa abriendo la asamblea plenaria de otoño este martes, 4 de noviembre, de 2025 en Lourdes. Una cita en la que los prelados han recibido la visita del patriarca Bartolomé de Constantinopla. En su discurso, el arzobispo de Marsella ha ofrecido algunas claves de su presidencia.
Aveline agradeció la labor de su predecesor, Éric de Moulins-Beaufort, y reiteró que el trabajo del episcopado sobre la cuestión de la lucha contra los abusos sexuales estaba “lejos de haber terminado”. Por ello pidió, en particular, que se profundizara en el “alcance teológico” de esta crisis y en “lo que nos invita a corregir en la organización de nuestra vida eclesial”.
Estas afirmaciones han coincidido en el día en el que la Nunciatura Apostólica en Francia ha publicado un comunicado sobre el que fuera obispo de Verdún, Jean-Paul Gusching. El prelado ha sido acusado por sus “relaciones con mujeres”. el nuncio ya ha trasladado el caso al Dicasterio de la Santa Sede para los Obispos, aunque el acusado niega lo que se le imputa y del “carácter fragmentario y contradictorio de la información recibida”. Ahora bien, confirma que Gusching “se ha comprometido ante el prefecto del mencionado Dicasterio romano a evitar en el futuro cualquier comportamiento hacia las mujeres que pueda interpretarse como contrario a sus compromisos sacerdotales”. Tras aceptársela la renuncia en septiembre, la nunciatura confirma la apertura de una “investigación canónica preliminar” y de la “denuncia ante la justicia civil”.
El cardenal señaló la cuestión de la educación como el “gran desafío de nuestra sociedad” y por ello propuso que sería objeto de un trabajo sinodal durante los próximos tres años. Una educación que debe destacar por “la práctica de la acogida de todos y la promoción del carácter propio”. Ante la “inestabilidad política inusual” también defendió la misión de la Iglesia en un momento en el que “la propia democracia parece estar en peligro”. Unido a esto, denunció, “cada vez hay más personas que viven por debajo del umbral de la pobreza en nuestro país”.
Ante la situación de la laicidad destacó el despertar religioso que parece estar viviendo el país. “Como experimentamos en nuestro trabajo pastoral, y especialmente en la acogida de los catecúmenos, este deseo de identidad atormenta el corazón de muchos jóvenes, y debemos considerarlo positivamente, comprenderlo y alimentarlo, para que no sea recuperado como coartada de peligrosas tensiones identitarias”, invitó a ante este “reto” que “es grande y complejo”.
A sus hermanos obispos les recordó su papel en el “servicio de la comunión”, la “docilidad al Espíritu Santo” y la “pasión por la salvación”; e insistió en el papel del obispo como “garante de la unidad de la Iglesia”. “El Espíritu que sopla sobre una diócesis es también el que sopla en el corazón del obispo, aunque a veces tenga que “soplarle en los pulmones”, es decir, despertarlo y sacudirlo, cuando la comodidad de sus hábitos o la pereza de su carácter le impiden ser reactivo y atento a las llamadas de Dios”, añadió según recoge La Croix.